Algo más que chismes

lo dejó dicho Homero: cuando los dioses quieren perder a alguien, le vuelven ciego. O sordo, podríamos añadir, en el caso del ciudadano Mariano Rajoy.
Sordo a las voces que se escuchan a su alrededor rechazando la corrupción y alertando acerca de sus efectos dañinos para el sistema democrático.
Para el presidente del Gobierno, son “chismes”. Especie que en su opinión se despacha mucho en este país llamado España. País ingrato, debe pensar. Un país que –se infiere de sus palabras– no sabe apreciar lo que es la política de altura.
Nada afortunado estuvo al calificar de chismes las preguntas del momento en el día en el que el fiscal jefe Anticorrupción (Manuel Moix) había dimitido acorralado por las críticas después de trascender que mantenía en régimen de herencia compartida una propiedad a nombre de una sociedad registrada en Panamá.
Moix dimite tras haber sido días atrás recusado en el Parlamento por todos los partidos de la oposición. Aquella votación fue anterior al conocimiento de lo que podríamos llamar la “conexión panameña”.
Para los partidos de la oposición que reprobaron al fiscal Anticorrupción, Moix, supuestamente, habría interferido en la tarea de los fiscales que investigaban las andanzas corruptas de Ignacio González.
En la misma idea llegaron también a término otras dos reprobaciones la del ministro de Justicia, Rafael Catalá y la del fiscal general del Estado, José Manuel Maza.
Manuel Moix volverá a ocupar su plaza en el Tribunal Supremo y nos olvidaremos de él así que otros ilustres purpurados ocupen los titulares de los periódicos. El propio Mariano Rajoy tiene una cita en la Audiencia Nacional el próximo día 26 de julio en calidad de testigo en el proceso judicial (caso Gürtel) que investiga la presunta financiación ilegal del Partido Popular que ahora preside y del que era secretario general en el período en el que, según la Fiscalía, el partido recibió financiación irregular de alguna de las grandes empresas constructoras del país.
Un país democráticamente sano no puede entender que las denuncias de corrupción puedan ser tildadas de “chismes”. Nadie está por encima de la ley.

Algo más que chismes

Te puede interesar