¡OH, EL “PRESTIGE”, QUÉ DESPRESTIGIO!

Fallo sapiencial el otorgado por la justicia al desastre ecológico provocado por el “Prestige”. Tras más de once años de idas y venidas judiciales, aconteció el parto de los montes, a saber: los montes temblaron, trepidaron, se movieron desde su seno hasta la cúspide ¡y parieron un ratón! Curioso: el fallo determina que no se pueden exigir responsabilidades civiles por unos daños evaluados en 4.300 millones de euros por la Fiscalía correspondiente.
El buque en cuestión, con 77.000 toneladas de crudo “a las espaldas” había superado las inspecciones de la American Bureau of Shipping y estaba en posesión de “todos los sacramentos” (léase: certificados de navegabilidad). En consecuencia, si bien la sentencia admite que en el barco había elementos subsidiarios que funcionaban defectuosamente, la nave estaba habilitada para navegar sin impedimento legal de ninguna especie. ¡Átame esas moscas por el rabo! Y es que no me entero o soy más burro de lo normal: para la Audiencia, “el estado de conservación del barco era deficiente y eso hizo que no soportase los esfuerzos del temporal”.
No obstante, la misma Audiencia pone de manifiesto que es imposible concretar “el fallo estructural” que aconteció, ya que hay, al respecto, diferentes teorías de los expertos. Para tales conclusiones, once años de dimes y diretes. Díos mío: ¡que paren el mundo, que me quiero bajar! Tampoco hubo dolo en el comportamiento de José Luis López-Sors. Más bien, su deseo de evitar un desastre. Ya me dirán los que de esto saben cómo se puede llamar, no desastre, a lo que aconteció en la costa gallega.
Como pueden intuir hasta los más viejos del lugar, más de diez y más de veinte recurrirán a la única vía que aún queda abierta: el recurso de casación ante el Supremo, ya que un Tribunal de Nueva York había desestimado, en tiempo y forma, una demanda civil del Gobierno español contra la American Bureau Shipping en la que pedía 1.000 millones de indemnización por no haber detectado los fallos del “Prestige”.
En fin, que se puede hablar de un “día negro para la Justicia”. Al final pagaremos todo la totalidad de los españolitos de a pie. Unas tremendas cantidades que nadie (¿?) provocó, porque nada culpable (¿?) aconteció. ¡País! Rajoy “dixit”: “Sólo son unos ligeros hilillos de plastilina”. Ja, ja.

¡OH, EL “PRESTIGE”, QUÉ DESPRESTIGIO!

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