Comer y vestir, más barato

Es bien cierto que los españoles han cambiado su patrón de gasto: Ahora consumimos comida más barata, vestimos más “de trapillo” y gastamos muchísimo menos en espectáculos. Pero pagamos muchos más de luz, bastante más de agua y los estudios son más caros. Se habla de causas: enormes subidas tributarias, seis millones de parados –los habrá, de nuevo, en septiembre– y los miles de empresas que han cerrado en estos seis años de crisis.
Consecuencias: bajó la renta disponible, se fue al carajo el ahorro familiar y disminuyó el consumo. Ya no hablemos de las deudas. Los españoles, en general, están empeñados hasta las cejas. Se salva el caco Bonifacio de La Coruña, que apunta sus cuantiosas deudas en la barra de hielo y la mete en el horno: así, cualquiera.
Vayamos con cifras concretas. Cada español emplea en la actualidad un 12,2% menos en alimentos que en 2007 ¿se nos ha reducido el estómago? No creo, pero sí es cierto que se pasa más hambre y no por adelgazar. Ha bajado un 25% el gasto en actividades recreativas o culturales. ¿Nos hemos vuelto unos bárbaros e ignorantes? No creo, pero “primun vivere, deinde philosophare” O sea: si no tenemos para pan, ¿cómo vamos a comprar estampitas? Las ventas en el comercio minorista llevan en caída desde 2010. Y pongo un ejemplo paradigmático: en El Corte Inglés, en 2007 por ejemplo, no se podía dar un paso cualquier día de la semana. Hoy, ve usted a los dependientes mano sobre mano y siguiendo el vuelo de las moscas. No en vano la citada, una de las empresas más emblemáticas de España, está a punto de cerrar una operación clave para su estabilidad financiera tras el peor año del consumo desde que estalló la crisis.
Último detalle: el español fuma menos o más barato. El tabaco ha subido. A un servidor no le importa, pero los que tienen el vicio van a acabar fumando lo que fumó Clavijo. Ya saben ustedes y, además, rima.

Comer y vestir, más barato

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