SIN PENA

Con una de las mejores orquestas de España, un director de prestigio internacional y un pianista consolidado, el resultado no debería ser otro que la obtención de un éxito rotundo con el público agradecido por gozar de una conjunción musical estelar, pero no. La ecuación falló, porque nos olvidamos de que tratamos sobre música y, si bien puede llegar a ser mensurable, en ciertos aspectos no deja de tratarse de un arte esencialmente efímero, irrepetible, en el que nunca dos resultados son iguales aunque la situación sea la misma.
El programa de abono número quince reunió, en torno a compositores franceses del primer tercio del siglo pasado, a la OSG, el pianista Andrea Lucchesini y al director Jakub Hrüša.
La primera obra –“Bacchus et Ariane”, de Albert Roussel– se trata de una de los dos Suites que el músico compuso para su Ballet. Esta pieza pasó casi de puntillas y sin mucha gloria, no sin antes permitirnos escuchar tranquilamente la intervención no demasiado acertada de la concertino invitada, Maaria Leino.
Quizá porque sea un compositor que rehúsa de la melodía fácil y trabaja constantemente en métodos más complejos de componer y, en definitiva, a lo intrincado de su mensaje, parte del público, no dado precisamente a “absorber”, sino más bien a  “observar”, no mostró su satisfacción más allá de lo meramente circunstancial. Acto seguido, el “Concierto para piano No 2” del organista, compositor y director Saint-Saëns.
La versión de Lucchesini no lució las interioridades que esta partitura guarda, como son el conocimiento bachiano del autor, el carácter improvisatorio del Andante sostenuto, en el mejor estilo de sus tocatas y preludios -sin barra de compás, “Ad libitum”-, así como el resto de indicaciones que están impresas. Versión, a nuestro entender, fría de recursos pianísticos e ideas musicales.
Fue la “Sinfonía III”, también de Roussel, la encargada de captar el interés de los presentes, pues la obra encierra gran valor arquitectónico e instrumen tal, así como una línea inequívoca de gran calidad.
Cerró el concierto “La Valse”, de Ravel. Broche de oro para una noche tranquila en lo artístico.

SIN PENA

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