La decisión

Vive nuestra juventud momentos idílicos en los que todas las variables se engranan hacia la diversión, entendiendo como tal, en primer lugar, la facilidad para relacionarse en las redes sociales de la gran plataforma digital reinante. Tras detallado análisis, el sueño aparece como un vacuo mundo de límites poco definidos en el que los pensamientos se tornan sueños digitales de imposible futuro. Todo tras un sonoro clic: música, redes y cualquier cosa imaginable. La preocupación radica en que la puerta de acceso a la nueva versión de Alí Babá está incentivada por educadores y gobernantes, mostrándose éstos orgullosos con las “tic” más que con los resultados reales de tan simplista estrategia.
Gracias a Dios, hay una parte de la juventud que ha sabido discernir la afición de la devoción, y el viernes tuvimos un buen ejemplo de ello: la Joven Orquesta de la OSG. A pesar de la institucionalización del plan, han sabido estar en este mundo sin perder las referencias realmente trascendentes en valores culturales.
El programa, bien escogido, hizo las delicias de un público –secciones a y b, nadie en c– que estuvo volcado con la causa de estos músicos de principio a fin.
“Finlandia”, de Sibelius, sirvió para calentar motores y corregir ciertos desajustes seccionales, donde el metal jugó un poco a “avasallar”. Sería el “Concierto de Fagot”, de Rossini, la pieza clave de la velada. Perfectamente guiada por Vicent Alberola, fue interpretada por una fagotista que sorprendió a todos: María José Rielo Blanco. Técnica, tablas y gran musicalidad llevaron la versión de esta joven al olimpo interpretativo.
En la segunda parte, un Stravinski incipiente –Op. 3– y, para acabar, una versión magnífica del “Bolero” del inefable Ravel. Esta pieza, por motivos evidentes, suele cansar, pero en la versión de Alberola todo discurrió de forma perfectamente concatenada: la aparición de cada una de las maderas y metales fue antológica.
Un apunte para el Consorcio: por favor, no programen dos conciertos de primer nivel el mismo día y a la misma hora, pues no se puede jugar en los dos equipos a la vez: locales y visitantes.

La decisión

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