Polarización política

El fracaso de los líderes políticos y sus partidos al no haber logrado ponerse de acuerdo para formar Gobierno, tras el pluripartidismo salido de las urnas el 20 de Diciembre, ha obligado a la sociedad española a celebrar una nueva cita electoral el próximo 26 de Junio.
Esa triste experiencia, en la que no existió sentido de Estado, ni preocupación por los intereses y necesidades de la población, augura un horizonte político cargado de incertidumbre y, lo que es peor, de los peores presagios, ante la progresiva “polarización” de la vida política española, en torno a un nuevo y preocupante bipartidismo de izquierda y derecha que amenaza con producir una fractura social en la vida española.
Esa previsible realidad, fruto de los egoísmos personalistas y de la cada vez más radical e irreconciliable división ideológica, no sólo ensombrece el actual panorama político, sino que anticipa un nuevo y más preocupante bipartidismo que algunos autores, como Ignacio Camacho, no dudan en calificar de “la vieja dialéctica entre izquierda y derecha”.
El anterior diagnóstico se agrava porque al inmovilismo y falta de autocrítica de la derecha, con la defensa numantina de su líder, se une, en la izquierda, la falta de un único criterio, por concurrir un conjunto heterogéneo de tendencias, separatistas, federalistas, leninistas, antisistema y, en escasa medida, socialdemócratas. Además, en la izquierda no hay coincidencia en el respeto a la Constitución, pues no todos aceptan la forma de Estado, ni su organización territorial, ni la política antiterrorista, ni las actuales relaciones con la Santa Sede, ni la pertenencia a algunos organismos internacionales. Esta falta de identidad de fines y principios, en el campo de la izquierda, deja al Partido Socialista en una especia de “tierra de nadie” que le obliga a definirse con autonomía doctrinal e ideario político propio, como partido socialdemócrata, alejado de la izquierda extrema y populista y de la derecha egocéntrica y contraria a todo cambio. De esa indefinición ideológica del Partido Socialista, participa también, Ciudadanos, por su ambigüedad a la hora de ubicarse políticamente, como bisagra o híbrido dispuesto a pactar con las opciones de centro, tanto de la derecha como de la izquierda.
Ante esa situación, el escritor y teólogo Olegario González de Cardenal afirma que “en España, tras el anterior régimen político, centralista y unificador, hemos redescubierto y recuperado las diferencias ideológicas, regionales y religiosas” y, a continuación, concluye diciendo que “estamos ahora ante la tarea de una conjunción fecunda de las diversidades en la concordia, pero al mismo tiempo estamos también ante el peligro de la confrontación excluyente”.
Admitida la controversia y el debate, así como la superación pacífica del conflicto, como pilares básicos de la democracia, lo deseable es que prevalezca sobre la confrontación excluyente, el debido entendimiento para mantener vivo y activo el edificio de la democracia.

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