Perdón del Gobierno, no del Estado

La ausencia de mayoría absoluta tiene, entre otras ventajas, la de evitar el “rodillo parlamentario” que prescinde de la oposición y provoca la tan criticada por Tocqueville “tiranía de la mayoría”. Además, evita el abuso de poder y obliga a “contar con los demás” para lograr acuerdos que hagan posible la gobernabilidad.
Pero la necesidad de pactar que, como toda necesidad, aviva el ingenio, no debe llevar a que se haya de pactar a toda costa o a cualquier precio. Es cierto que el pacto no existe ni es posible si se plantea como un “todo o nada”, pues eso supone desconocer que sin dar es muy difícil recibir y que el que “algo quiere, algo le cuesta”.
Ninguna de las partes puede exigir a la otra, para llegar a un acuerdo, un cheque en blanco. Tampoco puede lograrse la estabilidad política en un equilibrio inestable entre pagar un peaje abusivo o amagar con nuevas elecciones. Se trata de un tira y afloja donde la tensión de las posiciones divergentes no suponga ruptura o total falta de acuerdo.
Es justo reconocer que el pragmatismo político se impuso en los acuerdos últimamente logrados con la oposición, como el aumento en un 8% del salario mínimo interprofesional; el acuerdo fijando el techo de gasto de las Administraciones públicas para este año 2017; la creación de comisiones en el Congreso contra la corrupción y por la calidad democrática; los primeros pasos para un pacto sobre la educación; la mejora de la reforma laboral; nuevas medidas tributarias para elevar los impuestos; luchar contra la pobreza energética; aumentar el permiso de paternidad y otros pendientes de aprobación, como prohibir el indulto para delitos de corrupción política y suprimir el aforamiento para los cargos de representación pública.
Todo lo dicho anteriormente, se resume en que, por ninguna de las partes, se rebasen los límites infranqueables de la legalidad y el ordenamiento constitucional vigentes, es decir, que el “cambio de cromos” no se traduzca en peajes imposibles de cumplir por el Gobierno ni en cerrarse a todo cambio por parte de este.
El pacto necesario para la aprobación de los presupuestos generales del Estado no puede suponer, en modo alguno, rendirse a las exigencias de los nacionalistas que afecten a los fundamentos básicos del Estado.
Finalmente, es de destacar la afirmación del Presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, que haciéndose eco del perdón que, en nombre del Estado, hizo la Ministra de Defensa, Dolores de Cospedal, por la catástrofe del Yak-42 en la que murieron 62 militares españoles, dijo “qué bien le sienta a este país que no haya mayoría absoluta. De arrogancia se pasa a cesión”.
Si bien es cierto que ese perdón explícito de la ministra de Defensa ha sido bien recibido por la opinión pública, los partidos políticos y los propios familiares de las víctimas de dicho siniestro, cabe, sin embargo, hacer una aclaración y es la siguiente: que no se debe pedir perdón en nombre del Estado, cuando la culpa corresponde al Gobierno.

Perdón del Gobierno, no del Estado

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