Meta y camino

Meta y camino son dos conceptos tan íntimamente relacionados e inseparablemente unidos, que no se concibe uno sin pensar en el otro. Esto se confirma al observar que, así como no hay camino que no tenga término, tampoco hay término al que no le preceda el camino. Ahora bien, es cierto que para alcanzar una meta hay que seguir un camino; pero la coincidencia en la meta o fin que se persiga no supone coincidencia en el camino elegido para alcanzarla. Lo anterior se produce porque, normalmente, es más fácil conseguir unanimidad en la meta propuesta, que en la elección del mejor camino para lograrla. En suma, es más difícil saber cuál es el mejor camino “para llegar”, que saber cuál es la meta a la que “queremos llegar”.
Cuando se dice que “todos los caminos conducen a Roma”, la unanimidad está en el lugar de destino y la duda en la elección de las alternativas que se ofrecen para lograrlo. Si trasladamos las consideraciones anteriores al campo político y de las ideas, el argumento sigue siendo válido en el sentido de que, aceptado y no discutido como meta el mensaje doctrinal que se proponga, la polémica se plantea sobre el método o camino más adecuado para transmitirlo y que llegue al conjunto del electorado, o lo que es lo mismo, que, coincidiendo en lo “que hay que decir”, se discrepa en “cómo se debe decir”.
Esa es la diferencia estratégica que sostienen, actualmente, dentro de Podemos, Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, pues mientras el primero propugna un retorno a lo que pudiéramos llamar las barricadas del populismo asambleario y de la movilización ciudadana, Errejón considera que serán alternativa al PP en la medida en que sean capaces de generar confianza en las instituciones, con una agenda de transformación y de políticas que dé respuestas a los sectores que hoy necesitan más certezas y más seguridades. Se trata de insistir en la primacía de la calle y exigir a sus diputados ser activistas como quiere Iglesias, o ganar en el terreno de las propuestas y debates institucionales.
Esa pugna dialéctica sobre el método más adecuado para el éxito de la acción política, se acentúa, actualmente, por la crisis del partido socialista. Ante esa circunstancia, Pablo Iglesias considera primordial que para conseguir la hegemonía y liderazgo de la izquierda, debe reivindicarse el protagonismo de la calle y de la movilización ciudadana. En una palabra, sostiene que se debe “podemizar” más a Podemos y que, para ello, es indispensable el regreso a posiciones de izquierda radical, recuperando el lenguaje y el tono desafiante y asambleario en la seguridad de que debe corresponder la primacía a la calle y no a las instituciones. Este es el desafío de quienes quieren gobernar extramuros del sistema y no se encuentran cómodos cuando pertenecen y forman parte del mismo.
Todo lo anterior nos confirma en la idea de que importa más “el camino que la meta” y que sólo cuando se “está en el buen camino” es seguro el éxito en la meta.

Meta y camino

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