El test de los cajeros

“¿Que nos quieren pagar menos de la mitad del sueldo?”. Esta frase, solo esta, la escuché de la boca de una chica con la que compartí los diez segundos que nos llevó cruzar un semáforo. No sé quién era, ni cómo terminó la conversación, aunque por el tono que empleaba dudo mucho de que hubiera un final feliz.
Dicen los entendidos que la crisis ha llegado a su fin, los pajaritos cantan y las nubes se levantan. Así se lo hice saber a la señora que vi el otro día rebuscar dentro del contenedor que hay delante de mi casa, pero la noticia no pareció impresionarle demasiado. Quizás porque el caladero donde pescaba ya estaba esquilmado por los dos furtivos que pasaron antes.
En la puerta de la Cocina Económica, en donde, como su propio nombre indica, de economía saben un rato largo, no se habla de otra cosa. Del Dow Jones y de los test a la banca. Alguno hubo que hasta repitió, llevado del alborozo de saber que las entidades financieras españolas no solo aprueban, sino que hasta sacan notable alto. No se entiende por qué no hay banderas saliendo por las ventanillas ni se ve a la gente botando en María Pita gritando aquello de: “Yo soy español, español, español”. Con lo felices que deberían estar todos los camareros de Londres... En la cola del Inem hasta hicieron la ola y todo.
La verdad es que no todos han sacado buena nota. Hay uno que se ha empeñado en rompernos la estadística. El Banco de Alimentos —por desgracia, cada día el de más gente— suspendió la leche este mes. Y no es una exclamación malsonante, sino una realidad: no le dan los tetrabriks para servir a las 248 asociaciones que atiende. Hace cuatro años eran 36.
Ya saben, la gente se queja de vicio. Porque es verdad que ahora hay más trabajo. Mucho más. Tengo una amiga que tiene cuatro para poder ganar lo que antes ingresaba con uno. Su jornada empieza a las 7.30 y termina, con suerte, a las 21.00. Cuando tiene un rato, duerme. Y sueña con ser mileurista.
Los quejicas no son conscientes de lo que supone que hayamos pasado con nota el test del Banco Central Europeo. Que no haya que cerrar los bancos es una buena noticia para la economía, para los políticos amigos de ponerse medallas y, por supuesto, para todos aquellos que, cada noche, tiran de visa para poder entrar a dormir en los cajeros.

El test de los cajeros

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