Los peligros de la democracia

Después de un fin de semana tan intenso como el que hemos vivido, parece razonable pararse y comenzar una jornada de reflexión. Sí, ya sé que no hemos convocado otras elecciones (todavía) pero lo suyo es ponerse a pensar. Con cuidado, no sea que alguno vaya a hacerse daño por falta de costumbre. La primera reflexión que deberíamos hacer, después de los últimos acontecimientos, es que la democracia es peligrosa. Dejar que la gente opine así, a lo loco, sin más... no parece sensato.
Como ejemplo, podríamos poner el referendo que se celebró el pasado domingo en Colombia, en el que los ciudadanos elegían entre continuar con el proceso de paz, después de más de cuarenta años de guerra con las FARC. Ganó, aunque por bien poco, el “no”, para sorpresa –y decepción– de muchos colombianos y de casi todo el planeta. Solo una de las encuestas vaticinaba este resultado y parecía cantado que el camino hacia la paz iba a ser un camino de rosas.
Y, hablando de rosas... Bonita fiesta la que montaron el sábado en Ferraz. Como periodista, reconozco que este tipo de cosas son estupendas: todo lo que enriquezca el drama y produzca noticias, sobre todo del tipo que los protagonistas no quieren producir, es bueno para el negocio. Pero para el PSOE seguramente no tanto. Y esto les pasa por querer votar. Que si preguntamos a la militancia, que si dejamos hacer a Rajoy, que si me votáis para secretario general y esas menudencias que se habrían ahorrado si no se empeñasen en elegir y tuviesen un sistema con menos primarias pero más primario. 
Tampoco le fue muy bien a David Cameron, que se sobró haciendo un referendo –otro inconsciente– para que sus conciudadanos opinaran sobre si querían seguir en la Unión Europea. Y, claro, les pilló en un día con calentón y dijeron que bye, bye y que le podían dar bertorella al continente.
La democracia no es más que el gobierno de las masas, donde un 51% de la gente puede lanzar por la borda los derechos del otro 49%. Esto no lo decía uno de esos dictadores con camisa floreada o aspiraciones de tener en la mesilla de noche el botón rojo, sino uno de los padres de la democracia en Estados Unidos, Thomas Jefferson. Y eso que aún no han votado los paisanos de Jefferson que, si continúa la racha, son capaces de entonar el “¿que no hay huevos?” más grande de la historia y poner a Donald Trump de presidente.
Si es que ya lo decían en Twitter sobre las autonómicas la semana pasada: no sabemos votar. La cosa es que la democracia está bien cuando la gente vota bien pero últimamente parece que se han creído eso de la libertad y cogen la papeleta a tontas y a locas y luego pasa lo que pasa. Así que deberíamos revisar el sistema para tratar de mejorarlo y no equivocarnos siempre. Quizás unas elecciones en las que no computen los votos de quienes ven “Hombres, Mujeres y Viceversa” o unos comicios revisables hasta que salga lo que tiene que salir, en plan recuperación de septiembre, con pasantía incluida. Habría que planteárselo y decidir. Propongo un referendo... 

Los peligros de la democracia

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