ORGULLO CORUÑÉS

En contra de lo que pudiera pensar Sheldon Cooper, el protagonista de la serie Big Bang, las banderas no siempre significan demasiado para quienes las contemplan. Y lo digo aún a riesgo de que mi profesora de protocolo pudiera tener ganas de darme un capón. Pasamos por delante de un edificio oficial y apenas nos fijamos en ellas.
Pero resultaba difícil no reparar en la que colgaba el pasado fin de semana de la fachada del ayuntamiento en María Pita, con motivo del Día del Orgullo, inspirada en el arco iris y en el Over the rainbow de Judy Garland, y utilizada como bandera de la comunidad gay desde 1978, tras el asesinato de Harvey Milk, el primer político y activista de Estados Unidos que se declaró abiertamente homosexual.
Con el tiempo, la reivindicación se ha hecho más amplia e incluye a más personas discriminadas por razón de sexo o género, de ahí que ahora se hable de colectivo LGTB, incluyendo en la lucha a lesbianas, transexuales y bisexuales.
Lejos de mi intención enarbolar banderas que no me corresponden y de las que pueden hablar mucho mejor mis amigos y amigas incluidos en el colectivo LGTB, aunque saben que cuentan con mi apoyo para la lucha.
La verdad es que pocos fueron los que se sorprendieron de ver colgar la arcoiris frente a la heroína coruñesa, otro símbolo importante, aunque hubo quien criticó que se colgase en el edificio municipal o que no se hiciera lo mismo con otros colectivos ¿igual? de desfavorecidos.
Lo mismo que se hacía cuando el Deportivo –años ha– ganaba títulos, pintando toda la ciudad de azul y blanco, se puede hacer con esta fiesta, a la que se añade un componente reivindicativo que, aunque cada día un poquito menos, todavía sigue haciendo falta. Y, al que tenga dudas, le diré que hace la misma falta que cuando alguien considera que los derechos de las mujeres ya están más que conseguidos o cuando pensamos que en el siglo XXI ya no existen el racismo ni la discriminación.
Además de numerosos ayuntamientos de toda España, la propia Casa Blanca –la del 1.600 de la avenida Pensilvania, no la del Bernabéu– pasó a ser multicolor durante un día, al proyectar la bandera arcoiris sobre la fachada. Y, claro, no íbamos a ser menos en A Coruña que en Washington. Por nosotros, que no quede. Con orgullo coruñés. 

ORGULLO CORUÑÉS

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