Fear the walking Mariano

Q ué día más propicio que hoy para hablar de difuntos, de muertos que no están tan muertos y de fallecidos que todavía no han pasado al otro lado. De un tiempo a esta parte, la política española se parece más a una serie yanqui que a cualquier otro programa, especialmente los informativos.
El caso es que nos hemos tirado once meses dando vueltas al tema, sin gobierno, arrastrándonos hasta en dos ocasiones hasta las urnas, para llegar a esta solución. Igual que en un capítulo de esos de series de zombis que tan de moda están últimamente. Como The Walking Dead, los muertos que caminan, o Fear the walking dead, que va de lo mismo pero añade la palabra “miedo” para que no queden dudas. Para quien no las haya visto, les explico cómo va la historia: hay unos buenos y unos malos, aunque no está muy claro quiénes son unos y otros, y muchos zombis hambrientos por doquier a los que hay que esquivar para llegar a algún lado en donde habrá más muertos vivientes esperando para rodar el próximo capítulo. La gente se preocupa mucho por los vivos pero, teniendo en cuenta que estamos en las fechas en las que estamos, habría que mirar algo más por los muertos.
Si hay uno que lleva descomponiéndose desde diciembre ese es Pedro Sánchez. Un muerto viviente que consiguió batir su propio récord con el peor resultado del PSOE –dos veces– pero que se negaba a cruzar al otro lado. Y por aquí vagaba, como en un capítulo de “Entre fantasmas”, creyendo que seguía vivo y que tenía opciones de formar un gobierno, como no podía ser de otra forma, Frankenstein. Al final, han tenido que venir sus compañeros y clavarle el susodicho cuchillo en el cerebro –metafóricamente, entiéndanme bien– que, como todo el mundo sabe, es como se descabella a un zombi. Ahí los animalistas aún no se han pronunciado.
Luego hay más protagonistas, un vivo con coleta, que es el típico antagonista que siempre consigue salvarse a cualquier precio, por encima de propios y extraños. Luego está el niño bien, un tipo centrado, que tampoco se ha dado cuenta de que está muerto, a la vista de que sirve lo mismo para apoyar a izquierda que a derecha, lo que le convierte en un personaje más que prescindible y que la audiencia ve que va a ser eliminado del guion más pronto que tarde.
Por último, está nuestro protagonista, Mariano. Un tipo campechano, más bien feúcho y un tanto gris; el típico antihéroe que parece destinado a morir en el primer capítulo pero que, inexplicablemente, sigue aguantando temporada tras temporada. Cuando cayó aquel helicóptero en el que viajaba con Esperanza Aguirre, todos pensamos que la expresidenta de la Comunidad de Madrid era una especie de ser inmortal pero, en realidad, el que tiene superpoderes es el de la barba. Con su polo marcando tetilla y sus calcetines subidos hasta media pierna, este caminante ha logrado ir sorteando infortunios a su paso hasta llegar a su meta: ser presidente del Gobierno. Dicen que no va a durar mucho, que lo va a tener difícil y seguramente sea así pero, si no, ¿qué harían los guionistas? Así que, si lo ven, ándense con ojo. Ya saben, Fear the walking Mariano.

Fear the walking Mariano

Te puede interesar