EMPRINGADORES

Que no os enteráis, que lo moderno ahora es emprender. Si ya lo dice Mariano, el presidente, que la economía va como un tiro, aunque vosotros penséis que os lo han pegado en el pie. Da igual que al abuelo no le llegue la pensión al día 10 o que la chavala no enganche un contrato de más de tres meses. Al menos, tiene contrato, algo que no pueden decir los 20.000 gallegos que figuran como falsos autónomos. Trabajan las mismas horas que el de la mesa de al lado pero, salvo que lo saquen de su bolsillo, no tienen paga extra, ni vacaciones, ni derecho a prestación por desempleo.
A las desventajas de ser empresario se añade el tener que aguantar al jefe y, a partir de ahora, enfrentarse a una nueva traba: la decisión de la Seguridad Social de quitar la pensión a los autónomos que hagan chapuzas en negro, algo que a buen seguro dará muchos votos al PP. Que habrá muchos defraudadores deseando deslomarse a los 70 años para pagarse el jaguar y el mayordomo, pero seguramente la mayoría sean tipos a los que no alcanzan los 600 euros de pensión para mantenerse ellos y los tres hijos que han vuelto a casa tras quedarse en el paro.
La vida del trabajador por cuenta propia nunca ha sido fácil. Hay que tener mucho valor para salir a la calle todos los días a ganarse el pan sabiendo que los éxitos, pero también los fracasos, dependen solo de uno. Es cuestión de carácter y no todo el mundo tiene las habilidades necesarias para ser empresario. Debería ser una elección pero, en los tiempos de vacas flacas, es casi una obligación: emprender la huida o emprender un negocio.
Algunos tratan de evitar este eufemismo con el que se ha sustituido en los últimos tiempos las palabras empresario, que suena a dueño de una multinacional; autónomo, que evoca un perfil un tanto más modesto, o freelance, que es lo mismo pero en inglés siempre parece mejor de lo que es.
El periodista Carlos Otto aboga por la denominación “autónomo de mierda”, que se ajusta bastante al perfil actual, pero algunos pueden sentirse ofendidos y seguramente no haya espacio suficiente en las casillas de los impresos de Hacienda. Yo, visto lo visto, tengo otra definición que voy a proponer a la RAE y a la Fundeu. Así, cuando alguien pregunte a qué te dedicas, puedas contestar con autoridad: “¿Yo? Soy empringador”.

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