El nuevo rumbo del PP

Ha sido Barcelona el lugar elegido por Pablo Casado para oficializar el inicio del nuevo rumbo del que hoy por hoy continúa siendo el partido más votado de España. Su equipo más directo son personas de su confianza y eso ha tratado de hacerlo compatible con la presencia de juventud y experiencia, próximos y no tan próximos. En cualquier caso, los nuevos dirigentes del PP y de manera especial su presidente, han hecho viejo lo que hasta hace nada era presente. Lo que teníamos hace una semana es ya historia. Los acontecimientos se tragan todo de una manera trepidante. Hoy, el PP, tras ocho años de Mariano Rajoy es ya otra cosa. Ha emprendido un nuevo rumbo.
La travesía que espera a Casado no va a ser fácil. Se verá obligado a salir del rincón donde algunos pretenden meterle acusándole de ser derecha pura y dura, difícilmente compatible con los nuevos tiempos. Tiene la necesidad de sacudir a afiliados y militantes del agobio que para ellos ha supuesto verse día tras día en los periódicos acosados por la corrupción y el reto de ampliar su base social y electoral.
A efectos internos y en algunos sectores, su llegada ha sido un cataclismo. Resulta que Javier Arenas no es eterno y que todo el poderío que ha tenido en sus manos Soraya Sáenz de Santamaría no le ha impresionado lo suficiente como para establecer una “negociación proporcional”. Está demostrando Casado, al menos en estos sus primeros pasos, que tiene claro el sentido de la autoridad que aunque sea un concepto mal visto es bien necesario y si no que se lo pregunten al propio presidente del Gobierno. Pedro Sánchez lo tuvo claro en el mismo momento en el que salió elegido secretario general. Tan claro como él o incluso más, lo tiene Adriana Lastra, portavoz en el Congreso.
En su primera intervención, una vez aprobado el comité ejecutivo, Casado dejó clara su posición cara a Cataluña, así como respecto al techo de gasto. Pero hubo más. Lanzó un guante tanto a Ciudadanos como al PSC no para confirmar listas conjuntas cara a las municipales en Cataluña, pero sí para intentar estrategias y mensajes más o menos conjuntos para recuperar Barcelona y otras ciudades catalanas. Dudo de que la propuesta tenga éxito alguno, pero lo que no es aventurado es intuir que las relaciones entre Ciudadanos y el PP podrían cambiar en un futuro más o menos inmediato. Serían unas relaciones, valga la metáfora, de cada cual en su casa y Dios en la de todos.
De manera casi solemne, Casado ha sentenciado que ya estamos en campaña. Cree que el Gobierno aguantará poco pese a las contundentes palabras de la vicepresidente: “no hay elecciones y habrá Presupuestos”.
De todas estas cosas y algunas más, Pablo Casado podrá hablar con el presidente del Gobierno el próximo lunes en Moncloa. El nuevo jefe de la oposición ha iniciado un nuevo rumbo para su partido. Imprudente sería no tomárselo en serio. 

El nuevo rumbo del PP

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