Desarme y derrota

Con la propaganda que les es propia y para la que siempre encuentran acompañantes, los terroristas de ETA nos van a decir donde están los bidones con armas. No se trata de minimizar el gesto, pero no es más que eso, un gesto que indica que la derrota la están tragando sorbo a sorbo, que les está costando asumir que lo suyo fue una atrocidad, una cadena de infernal terror basado en el engaño.
ETA se va a desarmar, pero nada apunta a que se vaya a disolver y ni una ni otra merecen el menor agradecimiento. Ellos y solo ellos han sido durante años, los verdugos de gentes inocentes, gentes que no encontraron la más mínima compasión por parte de aquellos que callaron, secundaron, comprendían “la lucha de estos chicos”. ETA tiene que entregar las armas y disolverse sin esperar nada a cambio. Gratis porque nada se les debe salvo haber dejado familias destrozadas, tumbas que no deberían existir, personas con su sistema nervioso destrozado o con secuelas físicas que les acompañaran siempre. 
Los terroristas ya no matan. Son muchos los factores que han incidido en esa decisión que en ningún caso fue una decisión guiada por principios tan elementales como el que no se puede asesinar a una personas. Lo dejaron porque no ganaron y si no ganaron fue por la acción policial pero sobre todo porque aquellos que sabían que podían morir a manos de nuestros particulares verdugos no huyeron. Mario Onaindía, histórico de Euskadiko Ezkerra, solía decir que “si ETA te mata por lo menos sabes por qué mueres”. Y muchos supieron que podían morir y murieron porque ETA así lo decidió. A muchos de ellos les conocí y no era infrecuente que en el momento de la despedida te dijeran “mañana, si vivo, te llamo”. En concreto, los socialistas Casas y Buesa no pudieron devolverme la llamada porque les mataron a las pocas horas de colgar mi teléfono.
Se disuelva o no, en relación a ETA queda una asignatura pendiente que no es otra que los hijos de nuestros hijos tengan claro quiénes fueron los verdugos y quiénes las víctimas. Mientras esto no quede escrito es la conciencia de todos, ETA no habrá sido derrotada del todo. No se trata de vivir en luto permanente ni de afán de venganza, ni siquiera, resistencia al perdón si fueran capaces de pedirlo. Se trata de la verdad y solo de la verdad. Se trata de no olvidar y de tener siempre presente que quienes tenían derecho al miedo optaron por resistir. Puestos a matar, ETA mató todo lo que pudo y siempre que pudo, en aras de una patria que nunca ha existido. En nombre de una inmensa mentira.
Quienes visiten el País Vasco se encontraran con tres ciudades magnificas: Bilbao, San Sebastián y Vitoria. Son ciudades cuidadas, pujantes, bien diseñadas y preciosas. Verán el Guggeheim en cuya explanada cayeron abatidos dos ertzainas, el Parlamento de Vitoria en cuyo recorrido convirtieron en una bola de fuego a Fernando Buesa y a su escolta y comerán en el Casco Viejo donostiarra, en el mismo en el que mataron a Gregorio Ordóñez. Es difícil encontrar una acera, un rincón en el que no quede la huella de la barbarie etarra. Quienes visiten el País Vasco se acuerden de todos ellos porque gracias a ellos, a los que cayeron asesinados, hoy somos más libres para disfrutar de la extraordinaria tierra vasca. 

Desarme y derrota

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