Censura sin moción

La llegada, la nueva llegada de Pedro Sánchez se ha hecho notar y bueno sería que nadie, sobre todo el Gobierno y el PP, se lo tomaran a broma. Superado su personal duelo político, Pedro Sánchez ha tenido mucho tiempo de pensar y, además, se siente con fuerzas renovadas.
En algún momento, el PP llegó a pensar que dado que estaba en campaña su discurso se había “exacerbado” en la confianza de que una vez superadas las primarias, este discurso decayera un poco en su énfasis, en su critica permanente al Ejecutivo. No ha sido así porque no podía ser así. 
El nuevo secretario general del PSOE está obligado a mantener ese discurso “exacerbado”, a mantener viva la llama que le llevó al triunfo, a no abandonar ni por un segundo la tensión interna. No puede, ni por un segundo que su militancia se adormile. Ni una sola de sus palabras van a caer al vacío y no habrá día de descanso.
Ni por asomo está en los planes de Sánchez ir, ni siquiera a medio plazo, a una eventual moción de censura. Sus planes van por otro lado, tienen otro ritmo. Se trata de la censura permanente pero sin moción. Esa censura que quiere compartir con Podemos y Ciudadanos va a estar medida en el sentido de que no planteará cuestiones que no reúna el consenso de estos dos partidos. 
Sabe que si quiere contar con Ciudadanos, tan dispuesto a la censura como a dejar su santo y seña en las iniciativas que se puedan ir tomando, no puede dejar fuerzas y energías en nada que tenga que ver con favorecer a los independentistas catalanes aunque sea de refilón. A partir de ahí el margen para propuestas a tres se ensancha. Lo hemos visto en la propuesta para modificar la elección de presidente y consejeros de RTVE.
El PP, en el último minuto, se ha sumado al mismo para evitar una imagen de soledad que sabe le daña y, por otro lado, y este es el argumento más de fondo, el cambio propuesto no supone para los populares ninguna contradicción ideológica. Nada que atente a la cuestiones nucleares que ellos quieren preservar en esta legislatura por encima de cualquier circunstancia.
Se aproximan tiempos políticos en los que el normal pugilato entre Gobierno y Oposición va a alcanzar umbrales muy altos. La Oposición está en ello pero no se deben confiar demasiado porque ni el PP ni el Gobierno se van a quedar de brazos cruzados. “Nosotros -dicen- también tenemos nuestro colmillo y si nos obligan a enseñarlo, lo ensañaremos”.
No se refieren al famoso botón rojo de unas elecciones anticipadas. De momento esa hipótesis no está ni en Moncloa ni en Génova. “No, no por ahí no va la cosa, solo seremos un poco respondones”. Ahora a Rajoy le importa y le preocupa sacar adelante los presupuestos para 2018 y ese objetivo lo tiene al alcance de la mano. Un éxito objetivo en medio de tanta marejada.  
 

Censura sin moción

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