Indultos a la catalana

en su estrategia de buenismo, de ser “empáticos” con quienes han perpetrado un golpe de Estado en Cataluña, el Gobierno ha empezado a dejar caer la posibilidad de conceder indultos a los políticos que llevaron a cabo ese golpe, en el supuesto que sean condenados por el Supremo. Hace unos días habló de esa posibilidad la delegado del Gobierno en Cataluña y el presidente, preguntado sobre esa cuestión, prefirió no pronunciarse sobre esa posible medida, cosa lógica cuando todavía está pendiente el juicio. Otros miembros del Gobierno, como la vicepresidenta Calvo o el ministro Borrell, se han mostrado partidarios de aliviar, es decir, de que salgan a la calle.
Tal despliegue de gestos hacia el independentismo se inscribe en la estrategia de Sánchez sobre Cataluña. Mantiene el presidente que a un problema de naturaleza política hay que darle una solución también política. Eso estaría bien si una de las partes, en este caso el independentismo, se aviniera a una cosa que el Estado exige a todos los ciudadanos: cumplir la ley. Porque los políticos catalanes que están en prisión y pendientes de juicio lo están porque se saltaron el marco legal en su intento de proclamar la República. Otros, como Puigdemont o algunos de sus consejeros, optaron por huir de la justicia y vivir en países como Bélgica o Irlanda.
Es chocante que desde el Poder Ejecutivo se hable de la posibilidad de conceder indultos, cuando el juicio todavía no se celebró. Es una forma burda de crear un clima de opinión que haga más complicado a los jueces del Supremo emitir, si es el caso, una sentencia condenatoria. Lo que está haciendo el Gobierno es una intolerable intromisión en el Poder Judicial.
Más temprano que tarde, y en cualquier caso en un plazo no superior a los veinte meses, los ciudadanos serán llamados a las urnas. Lo que este Gobierno haga o deje de hacer con los que perpetraron un golpe en Cataluña va a ser determinante para muchos a la hora de depositar su voto. Existe un hastío importante al ver que quien debería velar por cumplir y hacer cumplir la ley adopta una postura tibia.

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