¿DE QUÉ SE RÍEN?

En el pasado debate de los Presupuestos Generales del Estado, el secretario general del PSOE replicaba al ministro Montoro con argumentos y seriedad. En un momento de su exposición hizo referencia a la pobreza infantil y en la bancada popular se escuchó un sonoro “¡Ooooh¡” seguido de risas y aspavientos que traspasaron el hemiciclo y que los que seguíamos el debate por televisión apreciamos notoriamente. Por tercer año consecutivo organizaciones como Cáritas, Save the Children o Unicef revelan un panorama desolador para más de dos millones y medio de niños que carecen de recursos para cubrir las necesidades esenciales, para vivir con dignidad en lo que se refiere a nutrición, salud, escolarización y socialización. Y por si fuera poco somos el segundo país con tasa más alta de pobreza infantil de la Unión Europea.
Por ello, muchos nos preguntamos el porqué de las risas: ignorancia, inconsciencia, frivolidad… seguro que no es mala fe, pero quizás les suena tan lejano que no perciban las consecuencias de tanto dolor. Aunque esto ya es reiterativo, como aquella frase ofensiva y malsonante referida a los parados que pronunció una diputada y aplaudida por el resto para proteger la” boutade”. Este lado perverso es la fina línea que separa sensibilidades y valores; muy bien reflejada en la reciente fotografía de la valla de Melilla, donde unos jóvenes desgraciados por nacer donde nacieron, a duras penas se sostienen encaramados y al otro lado la vida en el campo de golf sigue como si lo que ven en lo alto fueran palomas aleteando y no seres humanos.
Pero también hay que analizar a qué vienen los aplausos, el querer tapar con ruido y no con condenas rotundas la corrupción que cada día embarra la convivencia y la democracia. Ya es cada vez más difícil para el presidente utilizar la retórica para referirse a alguien como “esa persona a la que se refiere” o “ese asunto por el que pregunta” para evitar citar nombres tan públicos como notorios. Existe un plus de responsabilidad y ejemplaridad  en quienes tienen un cargo público, pero las raíces de la falta de valores son tan extensas como profundas en la sociedad que requieren decisiones con medidas urgentes que salvaguarden la democracia.

¿DE QUÉ SE RÍEN?

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