La España real

Vivimos días de gran intensidad mediática, el mundial de fútbol, la abdicación de Juan Carlos I y la proclamación de Felipe VI. ¿ Pero que ocurre con la vida real de millones de ciudadanos?  La mayoría no rentabilizan estos acontecimientos, nadie habla de lo suyo y si alguien habla hay demasiado ruido como para prestarles atención.  En nuestros oídos todavía tenemos repicando las palabras de la Vicepresidenta como todo había mejorado y se notaba mucha alegría en la calle. Un mal día lo tiene cualquiera y una mañana de sol después del invierno puede ser un espejismo.
Los datos para la euforia no son precisamente halagüeños: Después de tanto recorte, de tantos ajustes del gobierno, hemos batido el record de deuda pública. Un 44% de personas carecen de protección alguna, otro  record histórico. En el primer trimestre del año han vuelto a caer los salarios, y los trabajadores siguen perdiendo poder adquisitivo, ya que los precios siguen al alza. Y por si esto fuera poco al finalizar el periodo escolar  miles de niños se quedan sin comedor  y por tanto sin la posibilidad de hacer ni una sola comida al día en condiciones adecuadas para su nutrición.  
Según la ONG Save the Children en España tenemos unos tres millones de niños en el umbral de la pobreza. Aproximadamente mas de quinientos mil quedan sin comedor escolar, de los cuales mil están en Galicia. Son cifras alarmantes y sobre todo dolorosas para quienes sufren las consecuencias, para sus padres o sus abuelos que se ven incapaces de ofrecer no caprichos, sino cubrir la primera necesidad que es la alimentación.
Las instituciones  públicas no pueden vivir de espaldas al problema de esta necesidad básica y antes de finalizar el curso debieran haber arbitrado los medios necesarios para resolverlo pero a estas alturas aun están en la discusión. No sirven excusas de tres al cuarto, tales como que abrir los  comedores puede estigmatizar a los niños. Resuélvanlo con dignidad, sin señalar, con becas, con campamentos de verano, con algún comedor escolar donde proceda. Pero ni un niño sin alimentar, ni unos padres pasando por el trance de llorar en silencio, porque la conversión del agua en vino y la multiplicación de panes y peces ya no funciona.

La España real

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