BUEN CAMINO

Desde la primavera al otoño son meses estupendos para hacer el Camino de Santiago, aunque bien pertrechado, también  el invierno puede tener un encanto especial. He tenido la oportunidad este verano de vivir de cerca la experiencia del ir y venir de peregrinos en un tramo del Camino Francés y la verdad es que merece la pena y cada vez con más interrogantes sobre los múltiples motivos que animan al recorrido.
A finales de agosto Rajoy y Merkel tuvieron un encuentro en Santiago y, nada mas pisar el aeropuerto, ambos con atuendo informal recorrieron un tramo del camino hasta llegar a la plaza del Obradoiro. Un paripé de buenos peregrinos, alejado de la realidad. En esos días en otro lugar del camino, una joven leonesa llegaba a una taberna, con los pies llenos de ampollas, los ojos hinchados, literalmente agotada. Tres días antes había sido despedida de su trabajo y sin más se echó al camino para calmar su dolor. Sería muy interesante analizar las realidades y motivos que impulsan a jóvenes y mayores a tomar la iniciativa de adentrarse en los silencios, en las incomodidades, y en la felicidad que aporta tal decisión.
Es tradicional y bien conocido el Camino Francés que desde Roncesvalles se asoma a Galicia en O Cebreiro y se adentra hasta Triacastela donde existen dos opciones: la de Samos para admirar su monasterio benedictino y seguir hasta Sarria, o bien tomar la ruta de San Xil, pasando por el alto de Riocabo, donde el silencio y la belleza compiten hasta las proximidades de Montán, en lo alto la vista ya alcanza buena parte del recorrido. Pasar por Fontearcuda entre castaños y robles iniciando una bajada misteriosa de profundos y tupidos caminos, contrasta con los prados y arroyos que acercan a Furela, Pintin y Calvor,  desde donde ya se avista el valle de Sarria como final de una etapa.
Lo más sorprendente de los peregrinos no son los grupos organizados con ciertas comodidades, sino los que en grupo o en soledad cargan su mochila, alivian con hielo sus dolores, disfrutan con un sencillo refrigerio, recargan su móvil y siguen con ilusión un nuevo tramo. La pluralidad de edades, países y objetivos es enorme. La amabilidad y hospitalidad reciproca y siempre: buen camino.

BUEN CAMINO

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