El laminado voto ferrolano

No es una excepción en el panorama político del país el que se presenta en Ferrol, séptima capital gallega. Es más, podría constituir todo un ejemplo, aunque dotado de su natural idiosincrasia. En la nueva era democrática, solo el PP consiguió alcanzar, por primera vez en 2011, una mayoría absoluta que rompió la natural estructura de pactos existente hasta entonces. A apenas unas horas del cierre de la campaña electoral, lo cierto es que de las propuestas de la decena de formaciones de todo signo que se presentan a los comicios en la ciudad naval, cabría discernir que todas ellas, sin excepción, aunque con divergentes enfoques. han tocado –en una palabra, prometido– soluciones para los principales problemas que acucian a la cabecera de comarca. Desde el paro a la grave situación social y la necesidad de dotar de más recursos a los menos favorecidos, pasando por la regeneración industrial, la concreción de carga de trabajo para los astilleros públicos o el inicio de obras urbanísticas en facetas tan diversas como la cultural, la propiamente social o la que se refiere a las infraestructuras. Para el votante medio, sin embargo –si es que cabe la posibilidad de encontrar un tipo característico en tal sentido–, la incógnita sobre la continuidad del gobierno del PP en solitario –o acompañado si se tercia–, o la configuración de una alternativa de izquierdas es más que evidente.
Y es que, si en el principal partido conservador el natural desgaste que a nivel general ha supuesto el elevado coste de la crisis para buena parte de la sociedad y su desprestigio permiten aventurar el pago de un peaje, no es menos cierto que la dispersión de las formaciones de izquierda se ha visto incrementada por una laminación interna a la que no han sido ajenos ni el PSdeG ni tampoco el resto de las formaciones más conocidas –cómo no, Esquerda Unida– o la propia Marea Ártabra, otrora llamada a aglutinar un frente común que, como se ha visto, no logró prosperar. La misma dispersión, a la que no se ha sentido ajena el PSOE tras la lucha entre las familias socialistas locales, favorece el voto diseminado en el pequeño mapa electoral de la izquierda, pero lo hace sobre todo de cara a un hipotético gobierno alternativo difícil de entender ante tan variopintas “sensibilidades”. Un motivo más que suficiente para aminorar, en cualquier caso, el desgaste de un PP cuyo principal equipaje sigue siendo el que aporta una formación sin aparentes fisuras.

El laminado voto ferrolano

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