FERROL, SIN BUQUES CIVILES

La dinámica política de los últimos años en Ferrol ha trascurrido en buena parte en torno a un único eje: el futuro de los astilleros públicos. Tradicionalmente, dos argumentos han servido de referencia para justificar, más que para explicar, desde el Gobierno central, y más propiamente desde la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), las razones de la grave crisis de la construcción naval en este país. Por un lado, el hecho de que la oferta española no es competitiva frente a mercados como el asiático; y, por supuesto, que el veto impuesto por la Unión Europea en razón de las ayudas irregulares concedidas por el Gobierno central en los primeros tiempos del Ejecutivo Aznar, obligaba a definir nuevas líneas estratégicas, lo que derivó como se sabe en la creación de unidades de producción que, como en el caso de la ría ferrolana, supuso la unificación de las antiguas factorías de Bazán y Astano en el plano específico de Defensa. 
Esa misma lectura política no ha propiciado apenas diferencias entre los análisis de turno, independientemente de qué formación mayoritaria ejerciese el poder. Hay un elemento no obstante confluyente. Y es que, más tarde que temprano, la presión social obligó a PP y PSOE, que durante sus respectivos mandatos rechazaron las demandas de la correspondiente oposición sobre el fin de las restricciones a la construcción naval civil, a asumir posiciones que con anterioridad habían contraindicado hasta la extenuación. Ese nuevo estado de “embriaguez política” –sin duda alguna derivado del oportunismo– propició una clara confluencia en defensa de la recuperación de la factoría de Fene para la construcción civil, a la que por cierto en muchos sentidos se habían opuesto CCOO y UGT como firmantes de los acuerdos que en 2004 determinaron el nuevo devenir del grupo público. La carencia de la más elemental autocrítica por parte de las centrales estatales que permitiese reconocer, cuando menos, cierto grado de anuencia y una enorme ausencia de visión de futuro propició situaciones difícilmente comprensibles. Superado sin embargo el escollo europeo, cuando más se esperaba que los hechos hubiesen avalado o demostrado que los argumentos antes esgrimidos por todos los mencionados estaban justificados, las circunstancias son otras. Que Astano haya quedado marginado de esta actividad indica que todos los razonamientos expuestos eran, son y seguirán siendo una mera justificación política. Hablando en plata: Astano no volverá a construir buques civiles.

FERROL, SIN BUQUES CIVILES

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