¿Qué nos cargamos hoy?

Todo está mal. Nada hay bueno. Vivimos en un estado dictatorial donde nadie tiene libertad. No hay libertad de expresión ni de creación. Todos los políticos son corruptos. Se acaban las pensiones. No hay medicina pública, todo está privatizado. No hay educación pública, todo son centros privados. España no existe. Las mujeres no trabajan y en este estado machista no se les reconoce ningún mérito, nadie atiende sus demandas. Todos los hombres son maltratadores en potencia. La justicia no existe y la separación de poderes es mentira. No queremos turistas porque son un mal para el país. Franco sigue gobernando.
Así podríamos seguir y no acabar nunca porque los apocalípticos no tienen límite. Claro que en una España que acaba de superar una tremenda crisis y aún no todos perciben la recuperación, estas proclamas tienen su público y más si los agitadores son fuerzas políticas y de otro tipo que cuentan con potentes medios de comunicación a su servicio para amplificar su ruido. Y así es, se ha perdido capacidad de análisis y en su lugar se ha instalado la agitación que no consiente análisis racional alguno.
La estrategia organizada para acabar con el PP parece haber asumido que el fin justifica los medios y no importa utilizar a mayores, mujeres o jóvenes para alimentar la hoguera, incluso sacrificando el bienestar de todos y borrando lo mucho que hemos hecho bien entre todos. Agitar es gratis y, como dice un buen amigo, “si es gratis, ¡cueste lo que cueste!”. En España hay libertad y hay democracia. Tan es así que estas agitaciones se hacen aquí, por gentes de aquí y sin consecuencia alguna para los que lo hagan dentro de la ley.
Cosa distinta es para aquellos que se saltan las leyes a la torera y pretenden que les salga gratis. El estado de derecho es garantista de derechos, pero también de obligaciones. No se puede amenazar de muerte, aunque sea cantando. No se debe faltar a la verdad, aunque se envuelva en arte más que dudoso. Hay un problema de corrupción y los tribunales lo están depurando, pero al final los que lo hicieron lo están pagando. Conozco a muchos más políticos honrados que corruptos, de todos los colores y partidos, pero esto no agita, no vende malestar y por ello no interesa.
Tenemos una sanidad pública ejemplar, de la que debemos sentirnos orgullosos porque, al final, todos recurrimos a ella con alto grado de satisfacción. Las mujeres cada vez ocupan más y mayores cargos de responsabilidad y, en algunos sectores, como la justicia, alcanzan cuotas más que significativas. El maltrato es ya un cáncer que provoca todo el rechazo social y se persigue con contundencia, aunque sigamos padeciendo casos con los que es necesario acabar, teniendo claro que no puede haber un policía en cada casa, pero asistiendo a las víctimas hasta donde pueda llegar la administración. Franco murió hace 43 años. No todo está mal, no hay que acabar con todo porque lo digan algunos que buscan votos. Las pensiones se cobran, aunque hay que mejorarlas, no como en Grecia o Venezuela, que es a donde parece querer llevarnos algunos iluminados. Esto funciona, es mejorable, pero es una barbaridad querer destruir lo que tenemos. A veces no entiendo los silencios del PP, creo que se equivoca. El que calla, otorga ¡Ustedes dirán!

¿Qué nos cargamos hoy?

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