¿En qué quedamos?

A esta España de hoy cuesta trabajo entenderla y, de hecho, hay cosas que por muchas vueltas que le des no se comprenden desde el sentido común. Llevamos tiempo soportando la artificial polémica sobre el traslado de los restos de Franco del Valle de los Caídos a quién sabe dónde. Y a medida que el tiempo avanza no parece claro que la momia del ferrolano vaya a salir de ahí. La izquierda recurre frecuentemente a la figura del general para remover entrañas y movilizar el voto del resentimiento frente a la concordia plasmada en nuestra Constitución de 1978. 

Es evidente que desempolvar el recuerdo de las dos Españas resulta rentable para la izquierda más asilvestrada que no quiere superar el final de una guerra desgraciada del siglo pasado. Incluso insisten en la Memoria Histórica como forma de escarnio para los que vencieron en aquella contienda y prolongan así el sufrimiento de los que perdiendo la guerra la superaron con honor en la transición. Un dato objetivo que explica que no pretenden con esta Memoria Histórica reparar ni hacer justicia es el hecho de la permanente omisión de los asesinados en Paracuellos del Jarama que fueron acribillados cuando eran presos bajo la custodia del Estado aprovechando un supuesto traslado de una prisión a otra. 

A esos muertos no los tiene en cuenta esta Memoria sectaria que solo pretende reescribir la historia. Pero es que la izquierda se arrogó la autoridad moral para decir quién es victima y quién verdugo y pobre de aquel que lo intente rebatir, pues de inmediato será tildado de fascista. Esta ensoñación de gran parte de la izquierda le lleva también a diferenciar entre dictadores buenos y dictadores malos y me imagino que por ello se pretende reventar la tumba de Franco se procede, aquí en Galicia, a construirle el Valle de los Caídos a otro dictador, el comunista Fidel Castro. Esto ocurre en Láncara donde los mismos que aplauden el castigo póstumo al cadáver de Franco, se afanan en la reconstrucción de una casa de piedra en ruinas bajo el pretexto de que el 1875 allí nació Ángel Castro Argiz, un campesino que a finales del siglo XIX fue a buscar fortuna a Cuba y además fue padre de un tal Fidel, que tras una revolución sangrienta se convirtió en el sanguinario dictador de la isla. 

Sin rubor alguno anuncian su intención de que la casa de piedra se convierta en un lugar de culto y homenaje a la figura de Fidel Castro que, a juicio de estos asilvestrados, debió de ser un dictador bueno. De hecho, en la Cuba de hoy siguen gobernando los Castro como una suerte de dictadura hereditaria que somete a la hambruna a su pueblo. Hay que recordar que Fidel se acompañó del argentino Ernesto Che Guevara, quien no dudaba, por cierto, en encarcelar a los homosexuales encerrándolos o incluso haciéndolos desaparecer. Esto es tan ridículo como ver en las fiestas del orgullo gay a personas luciendo camisetas y banderas con la cara del homófobo Che Guevara. Para mas inri este homenaje se le rinde en Galicia siendo muchos los gallegos que sufrieron la dictadura y el expolio del castrismo. En resumen, ¿todos los dictadores son malos?, pues hemos de contestar a la gallega, depende de la ideología del que firme la revisión menos fidedigna de la Historia. En otras palabras, esto no lo entiende nadie.

¿En qué quedamos?

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