A media asta

Hay que ver la que está montando una parte de la izquierda por el hecho de que en acuartelamientos del ejército se haya puesto la bandera de España a media asta como homenaje a la muerte de Cristo. Y es curioso porque es la misma izquierda que jalea banderas esteladas y republicanas por doquier o retira retratos y bustos del rey. En esto son comprensivos en la aplicación de su máxima irrenunciable: “Yo hago lo que me da la gana, pero a ti ni se te ocurra “.
Escuché a un diputado valenciano en televisión quejarse por el hecho mencionado al mismo tiempo que confesaba que estaba pasando las vacaciones de Semana Santa en su tierra. O sea, que banderas no, pero vacaciones sí. Es posible que no entiendan que la relación de los soldados con la religión es estrecha, quizá por que se encomiendan a todos los santos cuando tienen que ir a defender la libertad. Es posible que, en no mucho tiempo, también se les prohíba rezar antes de jugarse la vida.
Creo que esta izquierda asilvestrada no vive la realidad de un país mayoritariamente católico, que ha mostrado su respeto por otras confesiones religiosas y, salvo circunstancias oscuras próximas al terrorismo, conviven en paz. Otra cosa sería ver a estos que claman al cielo, con perdón, renunciando a las vacaciones de Semana Santa por ser consecuentes con su laicismo y su afán inquisidor con todo aquello que no comparten. Lo tienen difícil la verdad.
Fíjense a todo lo que tendrían que renunciar en lo que a festivos se refiere: 1 de enero Año Nuevo, 6 de enero Epifanía del Señor, 2 de febrero La Candelaria, Semana Santa, 23 de abril San Jorge,15 mayo San Isidro, 21 de mayo Pentecostés, 31 de mayo Corpus Christi, 25 de julio Santiago,15 de agosto Asunción de la Virgen,1 de noviembre todos los Santos, 9 de noviembre la Almudena, 8 de iciembre la Inmaculada Concepción o 25 de diciembre Natividad del Señor. Y todo ello sin entrar el los festivos locales que homenajean a su patrón o patrona, salvo en La Coruña que un error histórico privó de su festivo a la Virgen del Rosario.
La cuestión es por qué la ciudadanía acepta de buen grado estas festividades y las disfruta y la respuesta es porque somos portadores de tradiciones que conforman nuestra realidad. Esto es aceptado con la misma naturalidad con que se acepta la presencia de locales y templos de otras religiones y sin que ello suponga quebranto de convivencia entre las distintas creencias, siempre, eso sí, que todas asuman las normas de convivencia razonables y exigibles a cualquier grupo organizado. Discutir hoy la presencia mayoritaria de católicos en nuestro país es ponerse una venda en los ojos para no ver la realidad y no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Pero, cuidado, porque de estos hay muchos y si se asilvestran un poco más, acabarán por fastidiarnos la paga del 18 de julio o cargándose los pantanos que nos dan agua y muchas otras cosas que no mencionaré para no dar ideas. Por cierto, hay otra izquierda más razonable que acepta la libertad de sus pueblos y respeta tradiciones, aunque no las comparta o sí. Sé, de primera mano, que millones de votantes de izquierdas son católicos y, muchos, practicantes. Es hora de que se pronuncien.

A media asta

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