Comienzos

la vida es bella, hace alusión al título de una magnífica película magistralmente dirigida e interpretada por el genial Roberto Benigni… Más allá de esa cinta en cuya trama me cuesta trabajo encontrar algún matiz de perfecta existencia, y de la efímera felicidad  que los centros comerciales quieren hacernos creer que alcanzaremos consumiendo en sus instalaciones de forma exacerbada; para demasiada gente, la vida es corriente tirando a más bien fea.
Sin necesidad de pensar en las desgracias e injusticias que sacuden al mundo de arriba abajo y de lado a lado, los seres más afortunados viven corriendo sin saber muy bien hacia donde van ni cuánto va a durarles la buena racha; mientras que los más desafortunados se afanan en querer parar el tiempo inútilmente con el fin de retrasar lo inevitable… Y es que no hace falta viajar a África o a India para ver desgracias. Las tenemos ahí al lado susurrándonos al oído la suerte que tenemos por no padecer lo que el otro padece…y es que, bajar el listón, es uno de los pocos recursos que nos quedan a los seres humanos para permitirnos afrontar con cierta dignidad cuando la vida se vuelve indigna.
Una de las técnicas más recomendables para evadirnos sin egoísmo y estar en disposición de ayudar a nuestros vecinos sufrientes, radica en estar entretenidos. Es importante tener objetivos realistas y pelear por ellos, incluso, cuando todos los elementos parezcan ponerse en nuestra contra. 
Uno de los más recurrentes se basa en marcarnos pequeñas metas que, al final, suelen acabar convirtiéndose en grandes logros. El problema es que somos propensos a perder la Fe y a dejarnos traicionar por nuestros subconscientes que, contagiados de tantas penurias, a veces se empeñan en pintarnos un panorama mucho más negro que la realidad. Por eso es necesario no escuchar esos  malos augurios y no perder la concentración. Tener claro el fin y pelear por lograrlo, a pesar de observar con desasosiego cómo a veces parece que todo se tuerce, es una muy buena práctica.
Para no desfallecer en la búsqueda de El Dorado, yo recomiendo ir valorando los avances por insignificantes que parezcan. Cualquier mejora es el comienzo de algo que –por supuesto–, tardará en afianzarse y en convertirse en constante; pero si comenzamos a ver brotes verdes, debemos aferrarnos a ellos con uñas y dientes y, sobre todo, no ser injustos con nosotros mismos. Algo estaremos haciendo bien cuando hemos conseguido pasar del maremoto a la marejada y de esta última a la marejadilla…, porque después, solamente cabe esperar aguas en calma. Así hay que verlo para no desfallecer, como también comprendiendo con la humildad y empatía necesarias para con los demás, que todo va y todo viene para todos.

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