Los últimos serán los primeros

Las buenas noticias tienen dificultades para colarse en los informativos y en los titulares. Más aún si las negativas abundan. Pasa además que la normalidad da poco juego en una sociedad en la que la información produce vértigo. Pero, esta semana deja una magnífica noticia para los gallegos: la Xunta de Galicia ha aprobado sus Presupuestos en tiempo y forma y entrarán en vigor el 1 de enero. A pesar de los muchos obstáculos por parte del Gobierno central. 

Los Orzamentos 2020 incluyen el mayor gasto social de la historia, reducen la presión de los impuestos sobre la ciudadanía y están diseñados y dotados de los recursos correspondientes para hacer la economía gallega más innovadora y más competitiva. A duras penas, entre el “brexit” y los graves altercados protagonizados por el independentismo catalán, la estabilidad que representa tener todo en orden consigue destacar en el siempre borrascoso panorama de la actualidad.

Y así, el jueves, el Consello de la Xunta sacó adelante la herramienta más importante que tiene una administración para hacer de la política el camino para mejorar las vidas de los administrados. Los Presupuestos de la Xunta persiguen dar respuesta a los retos de la nueva década: contemplan más gasto social que nunca antes, menos deuda y consolidan el crecimiento en un momento en el que las señales de desaceleración siembran la preocupación. 

Desde A Coruña contemplamos con sana envidia esta normalidad, de la que tan necesitados estamos, tanto a nivel de ciudad como a nivel de Estado. No es necesario insistir una vez más en la suerte que en su día tuvimos los gallegos con el fracaso de Pedro Sánchez en su intento de aprobar un presupuesto que convertía a Galicia en el “patito feo” del país.

En la ciudad, anda la alcaldesa atareada en buscar la cuadratura del círculo para intentar confeccionar un presupuesto que nos devuelva a los coruñeses alguna esperanza. Lo tiene complicado. Necesita contentar a la Marea, especialista en manejarse por la vida sin presupuestos, sin ejecución, sin ganas de trabajar y haciendo del victimismo una virtud, aunque la ciudad no levante cabeza. No necesita al BNG, pero tampoco le conviene tenerlo enfurruñado, “non vaia a ser o demo”. Y lo demás le da igual. Los socialistas se han reunido con sus socios. Lo normal. Han llamado también a Ciudadanos. Pero al Partido Popular quieren relegarlo, confirmando así las sospechas de que lo del diálogo y la negociación eran, simple y llanamente, palabras huecas. Que conste a mi partido y a mí nos fastidia, básicamente, por el falso diálogo y por el intento de desprecio a los 38.000 coruñeses que nos hicieron ganadores de las Municipales del 26 de mayo. Por eso estamos convencidos de que tenemos mucho que aportar y damos por hecho que, una vez más, nuestras ideas van a gustar. Por eso, mantenemos nuestra voluntad de oposición constructiva. 

Tenemos muchas ideas para facilitarles la vida a los coruñeses. La primera, rebajar un 10% el IBI, lo que le supondrá a las familias un ahorro de 6 millones de euros y les hará la vida un poco más fácil, pues ese dinero estaría en sus bolsillos y no sin ejecutar en María Pita. La segunda, limpiar la ciudad de una vez, que está que no hay por dónde cogerla.

Los últimos serán los primeros

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