Los desvelos del Orzán

El profesor Xulio Ferreiro ha resultado ser un pésimo estudiante. Ha tenido cuatro años para graduarse y ahora intenta sacarse la carrera en apenas dos meses. Y así no se hacen las cosas. Trata de abrir la piscina del Castrillón tras cuatro años en dique seco. Se esfuerza en dejar encarrilado el derribo del viaducto de la ronda de Nelle sin saber qué influencia tendrá para el tráfico. Intenta sacarse de la chistera un plan municipal de alquileres sociales cuando aún no sabe cómo va a devolver los miles de euros de la fracasada “operación pisito”.

Pretende, a pocas semanas de las elecciones, calmar los encrespados ánimos de los vecinos del Orzán, que le sacaron los colores en el pleno de febrero. En el Orzán se concentran, en un grado insoportable, problemas que afectan a toda la ciudad: el ruido, la suciedad, el descuido, las pintadas, los edificios abandonados y en riesgo de desplome… De un tiempo a esta parte son los vecinos de la calle Vista los que han manifestado su hartazgo.

Piden algo más que un par de tirones de orejas a los propietarios de los locales de ocio nocturno. Reclaman su derecho al descanso, uno de los pilares fundamentales del bienestar y de la convivencia. Se sienten burlados cuando escuchan, de boca de los concejales de Marea Atlántica, excusas como que no se realizaban mediciones de ruido porque solo hay un policía local capacitado para hacerlo, y estaba de baja médica.

El Orzán —con el mismo derecho que cualquier otro barrio— no puede vivir pendiente de la salud de un agente. Necesita una intervención integral. Mi compromiso con sus vecinos es abordar un plan específico para esta zona. El Ayuntamiento, tal y como yo lo concibo, tiene el deber de alcanzar el límite de sus posibilidades al servicio de sus vecinos, y llegado a este punto, sentarse con el resto de interlocutores y situar a la persona en el centro de sus exigencias. Desplegaremos cuantos recursos sean necesarios para que todos los coruñeses —vivan donde vivan y duerman donde duerman— tengan garantizado su derecho al descanso.

No puede ser que la burocracia y la falta de diálogo frenen nuestro compromiso de acometer de inmediato un plan integral para incrementar el control del ocio nocturno y la humanización de la zona del Orzán. Y el primer paso de dicha humanización será la limpieza de las pintadas por el día y el control policial del cumplimiento de las ordenanzas por las noches. Es tan sencillo como contar con la Policía Local haciendo su trabajo: velar por el escrupuloso cumplimiento de las ordenanzas para combatir el desvelo. Para construir una Coruña Imparable necesitamos coruñeses descansados y despejados. Y los del Orzán no son ni menos ni más coruñeses el resto. 

Los desvelos del Orzán

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