El péndulo de Newton

Hoy acaba una semana propicia para la reflexión. Por un lado, conmemoramos y celebramos los cuarenta años de Constitución. Por otro, asistimos con interés y expectación a un cambio de ciclo, histórico, en la política andaluza que está teniendo eco y repercusión en toda España.

Ante este escenario, me viene a la memoria una imagen de mi niñez. En el salón de unos familiares había un artilugio compuesto de cinco bolas metálicas alineadas. Si levantabas la primera de un extremo y la dejabas caer, al chocar con el resto impulsaba a su correspondiente en el otro extremo. Pero las tres del medio no se movían. Me encantaba observar aquel bucle sin fin.

Pasado el tiempo, en mis clases de física, aprendí que aquel dispositivo hipnótico recibía el nombre de péndulo de Newton y que tenía por objeto demostrar una de las leyes básicas de la física. También fue Newton el que nos enseñó el principio de acción-reacción. Toda acción provoca una reacción.

Lo que ha sucedido en Andalucía tiene gran parte de explicación en esos principios de la física. Después de un período largo de crisis y en un contexto de cierto hartazgo, es fácilmente entendible que aparezcan por los flancos, los extremos del péndulo en movimiento. En Andalucía, el péndulo lo pone en movimiento, sin lugar a dudas, la rendición del Gobierno central socialista a los pactos con Podemos, Marea. Bildu y los grupos independentistas.

Esta situación se aleja, y mucho, de algo que los gallegos comprendemos y practicamos: el sentidiño. Por eso creo que, hoy por hoy, el principio del péndulo o el de acción-reacción no tiene cabida en Galicia.

El 6 de diciembre de 1978 no voté. Estaba a menos de un mes de cumplir los 13. Tengo un vago recuerdo de aquel referéndum en el que casi un 90 por ciento de los españoles mayores de edad decidieron emprender un camino de libertad. Pero desde entonces he sido muy feliz. He podido dedicarme a servir a los demás desde el respeto a la pluralidad, la paz y la convivencia en el progreso.

La democracia me ha enseñado mucho. Me ha enseñado que los límites los pone el respeto y la tolerancia. Me ha enseñado que es fundamental jugar bajo unas mismas reglas y con un sistema sólido que vele por su cumplimiento. Dentro de la Constitución cabemos todos. Fuera de ella está el caos y, últimamente, proliferan los que se están asomando a ese precipicio. 

El tsunami de Andalucía ha agitado el mapa político de nuestro país y los extremos han comenzado a golpear. Los del centro, los del sentidiño, los que escogemos la tolerancia por bandera mantendremos la paz y el progreso que representa el centro del péndulo, porque los coruñeses y los gallegos sabemos bien que los extremos, además de representar la parálisis y el abandono, son peligrosos;  ninguno es bueno. 

Apuesto por construir una Coruña con todos y desde el respeto a la pluralidad. Apuesto por una España unida. Apuesto por una España que garantice los mismos derechos para todos los españoles, apuesto por la España de las autonomías. Por ello levanto mi copa por mi país, por mi comunidad, por mi amada ciudad y por mi Constitución.

El péndulo de Newton

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