Cuestión de movilidad

Ahora que las modas y la tecnología ponen sobre la mesa nuevos y viejos debates sobre la movilidad conviene pararse –¡qué paradoja!– a analizar, siempre desde el punto de vista coruñés y coruñesista, dónde estamos, de dónde venimos y adónde vamos. La movilidad es el gran reto de todas las grandes capitales europeas, y yo no concibo una Coruña fuera de esa “Champions” de las estructuras urbanas del siglo XXI.

Sobre el papel, y a mi juicio, la solución pasa por una clave: los coruñeses tenemos que prepararnos para cambiar nuestros hábitos. Pero, también tengo claro que lo haremos en el momento que quienes ostenten la gestión nos den facilidades. No todos conducimos. No todos usamos la bicicleta. No todos tenemos un patinete eléctrico. Las dos únicas formas de movilidad universales son caminar y usar el transporte público colectivo. Mientras no convirtamos la calle en un espacio que apetezca pisar y el transporte público en una alternativa atractiva y eficaz no estaremos en el camino correcto. Es por eso que los dos protagonistas principales de cualquier proyecto responsable de ciudad deben ser el peatón y el usuario de transporte público. En el mío lo serán.

El peatón es quien decide. Tiene que tener a su alcance todas las opciones; disponer de una plena intermodalidad para ser libre de escoger: más zonas peatonales y más zonas de tráfico calmado; más Bicicoruña y más aparcamientos para bicicletas. Un carril bici en condiciones, en el que quepan todas las bicis: las que llevan transporte para niños pequeños, los triciclos, con espacio para adelantar y construido desde el diálogo y el sentido común. Carril bici sí, pero no así. Démosle, de una vez por todas, vida a los aparcamientos subterráneos. Somos capaces de fundir medio depósito dando vueltas para aparcar antes de optar por un subterráneo. Y eso es porque son caros, poco accesibles y descuidados. Están pidiendo a gritos un plan de descuentos y modernización que los reconcilie con los usuarios. Y no perdamos un minuto más sin abrir de par en par las puertas del bus urbano. No podemos esperar otros cuatro años para tener un nuevo mapa de rutas. ¿Nunca te has preguntado por qué no existen las líneas 8, 9, 10, 15 ó 16? Una pista: la última reforma del mapa de buses urbanos data de 1989. Subamos a nuestros jóvenes al bus haciéndolo gratuito para los menores de 19 años, como ya sucede en el resto de Galicia. Habilitemos una tarifa reducida para familias con más de dos hijos. 

Llevamos cuatro años viendo como Xulio Ferreiro y sus cómplices, los socialistas, se han especializado en arruinar buenas ideas convirtiéndolas en gestiones chapuceras. Han conseguido que los coruñeses rechacemos el carril bici y van camino de que la bajada del billete del bus nos acabe costando muchos –muchísimos– billetes. No satisfechos, se alían para hacer añicos los planes de remodelación de Alfonso Molina, para bloquear la estación Intermodal y para derrochar un dinero que es de todos. Nada se ha hecho y nada se ha solucionado. Pedro Sánchez ya se ha encargado de eliminar de sus presupuestos cualquier rastro de esperanza. Xulio Ferreiro aún se atreve a hablar de movilidad habiéndose gastado 644.000 euros en estudios, pliegos, convenios y procesos participativos para cerrar el mandato con el “mérito” de haber trasladado una parada de bus, la del Materno. No se mueva más y deje paso a quienes traemos ideas frescas. Circule. 

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