La elasticidad –y no refiero a la de la demanda, hoy en día bajo mínimos– permite estirar un elemento hasta un cierto límite, llegado el cual se rompe. Un ejemplo: un globo lo podemos hinchar hasta un tope en el que, rebasado, revienta. Algo parecido está ocurriendo con nuestra economía que, como sigan apretando con las restricciones y los ajustes, va a llegar un momento – que no es conveniente– que reviente.