ZOO BULLICIOSO

Buena entrada en el Rosalía, pese al carnaval y jugar el Depor en Riazor, para ver la obra “Zoo” ofrecida por Yllana. Un espectáculo guay que distrajo a los mayores e hizo felices a los pequeños con sus carcajadas limpias que nos hacen superar el mundo inhóspito que vivimos. De la idea original responde el elenco mediatizado por explosiva, climática y estrambótica sucesión de “sketches”, dirigidos por Juan Francisco Ramos y David Ottone. Argumento que narra las aventuras desventuradas de tres chiflados exploradores –y una esperpéntica compañera– que intentan cazar un animal exótico para ser exhibido en un zoológico metropolitano.

Escenario limpio, definido por telones negros, árboles, lianas y flores mágicas en los laterales y pantalla donde se proyectan títulos de crédito referidos a la representación. Por el patio de butacas irrumpen los exploradores provocando risas, temores y gritos del público entregado a la fantasía. Conflicto entre el hombre y la naturaleza. El ecologismo como maleta de equipaje a base de números circenses, saltos, cabriolas, bailes, sonidos guturales, rugidos, mimo y marionetas que se multiplican gracias a efectos especiales.

Son las garras de la risa que nos atrapan con abrazo de oso. También prestidigitación, trucos y desplantes. Entre los números, destacan: el encuentro de ovejas y carneros, la trompa del elefante que escupe cacahuetes, la eclosión de huevos y vuelo de pájaros, los leones y el domador, la natación, la carreras huyendo de peligros… Humor universal. Ironía. Una manera de entender el teatro y el éxito en los roles interpretados por César Maroto, Susana Cortés, Rubén Hernández y la deliciosa feminidad de Elena Lombao, asumiendo papel de domador inspirado en Indiana Jones.

 

ZOO BULLICIOSO

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