TSUNAMI EN LAS AGUAS DE LA SINCRONIZADA

La que se ha liado con las chicas de la sincronizada. Cuando los ecos de los Juegos de Londres 2012 eran ya historia, nos viene a la memoria el gran fiasco de los chicos en fútbol, tenis (eso sí, sin Nadal) y atletismo y el éxito de las mujeres, especialmente, en el agua. En el líquido elemento se sumaron, si la memoria me sigue funcionando, diez metales compartidos por la natación, el vela, el waterpolo y la ahora polémica sincronizada, donde un grupo de 15 antiguas nadadoras denuncian gravemente a la capitana Anna Tarrés.

A pesar de todo lo que se expone en los desgarradores testimonios contra la entrenadora catalana (yo estaría preocupadísimo), dejando a un lado los “piropos” y la veracidad o no de esos “cariñosos” recuerdos, me parece sorprendente su denuncia, porque no tuvieron el valor de hacerlo en su momento, que sería lo ideal.

También es cierto que si para conseguir la máxima explosión de un atleta hay que llegar a la vejación, el insulto, la amenaza, el rencor personal, la humillación… yo no aguantaría ni un segundo en coger mis bártulos y abandonar. Ante la gravedad de esas acusaciones, me llama la atención que Tarrés esté desaparecida en esta espectacular tormenta de acusaciones.

Tampoco digo que el fin justifique los medios. Cuando se compite en la élite hay que hacerlo con seriedad, humildad, rigor, sacrificio, respeto, carácter, aceptando las reglas del juego... Las medallas no se regalan en una tómbola, hay que dejarse la vida en el intento. Y el deportista que no esté dispuesto a sacrificarse, que se dedique a otras actividades más peregrinas.

Estas niñas, a las que supongo destrozadas, con su carta, flaco favor le hacen a una disciplina deportiva que, personalmente, me parece una preciosidad, pero que exige una fuerza mental extraordinaria.

Los trapos sucios hay que acostumbrarse a lavarlos en casa. O cuando decides contarlos, hacerlo en tiempo y hora. Eso se llama tener personalidad y honestidad. Ona Carbonell y Andrea Fuentes, junto a Gemma Mengual, lo han dejado claro: Menos mierda y más sensatez.

TSUNAMI EN LAS AGUAS DE LA SINCRONIZADA

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