TRANVÍAS CORUÑA-VERíN

De adolescente fui un buen “usuario del “pescante” en el tranvía en A Coruña. La “pandilla” subíamos en la avenida de la Habana, por la zona de Preferencia del estadio de Riazor, y bajábamos en marcha, donde fuera, al grito de “ja, que viene el revisor”. ¿A santo de qué viene esta reflexión articulada en los recuerdos bajo el titular “Tranvías: Coruña Verín”? No se trata de ningún nuevo proyecto de una línea del AVE, aunque personalmente a mí me vendría muy bien –lo digo por si “cuela”–.

La culpa de este rebobine mental la tuvo un reportaje de Fernando Salgado sobre la historia del tranvía en Galicia en el que se sitúa a A Coruña, en enero de1903, y posteriormente en la ourensana villa de Verín, en 1908, uniendo el núcleo poblacional y el balneario de Cabreiroá, como las primeras poblaciones de Galicia en las que se pusieron en marcha los llamados tranvías de “tracción de sangre”, tirados por caballos o mulas.

Había trayectos cuesta arriba en que uno se podía bajar del coche y volver a subir en marcha

 

Una casualidad que une en la distancia del pasado a dos localidades muy queridas, donde nací y donde está una aldea, pequeña aldea, llamada Vences –mi aldea–, a donde mis padres me llevaban habitualmente desde niño a pesar de que el viaje rondaba las ocho horas, a veces más, dependiendo de los pinchazos y las paradas para “estirar las piernas”, que se decía cuando alguien quería cambiar el “agua al canario”. Había trayectos cuesta arriba en que uno se podía bajar del coche y volver a subir en marcha, como en el tranvía. Las multas por exceso de velocidad no existían porque las “carreteras–corredoiras”, las curvas y recontracurvas de su trazado, no lo permitían.

Aquel viaje para mí era una una odisea. Llegaba “zurrado” al alto de las Estivadas, pero al ver al fondo el valle de Monterrei –al que llamo “la Toscana Gallega” por su similitud paisajística con San Giminiano en la Toscana Italiana– coronado por su castillo, volvía a revivir porque ya “olía” a mi aldea. Con el permiso del señor director, una “cuña” promocional. Si no conocen el valle de Monterrei, visítenlo, vale la pena. Les esperan paisajes de “postal”, historia, gastronomía para “fartar”, vino excelente, variedad de aguas minerales donde elegir y… sobre todo sus gentes.

TRANVÍAS CORUÑA-VERíN

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