SIN TRIPULACIÓN

Los periódicos publican a diario la historia continuada de nuestra cultura en su más amplio significado y hay días en que da miedo asomarse a sus páginas. Lo expresa muy bien un personaje de Forges que toma un café en un bar acompañado de su hijo pequeño y en tono severo pide al ciudadano que está al lado leyendo un diario: “Perdone, pero ¿podría leer el periódico para allá, que me está asustando al niño?”.

Todo son malas noticias. La economía en recesión y empeorando, según el Banco de España; el paro que sube, los ajustes y recortes que impone Bruselas, la escalada de precios, el empobrecimiento de la población –datos de Cáritas o del Banco de Alimentos–, autonomías en quiebra, el desastre de parte de la banca y miles de manifestantes que cercan el Congreso en nombre de una “democracia directa”. Y la corrupción que rebrota y asesta otro golpe a la imagen de Galicia,... Añadan las noticias de sucesos y tienen la crónica diaria de nuestras miserias y grandezas.

Pero, parafraseando aquel viejo dicho, éramos pocos con estas historias y llegó la abuela catalana encarnada en el señor Mas con su proceso de autodeterminación. Sin duda, los pueblos tienen derecho a manifestarse y a pedir la luna. Pero es una irresponsabilidad que sus dirigentes no respeten la legalidad vigente, falseen datos económicos y manipulen sentimientos colectivos.

El Honorable President plantea el envite en el momento de mayor fragilidad económica y social del Estado español, sumido en una crisis económica y de confianza internacional que se agravan ahora con la tensión política y esta crisis institucional, la más descomunal de los últimos tiempos.

¿Cómo salir de esta? Las situaciones excepcionales –y esta lo es– requieren dirigentes excepcionales. Pero en esta hora de España escasean los políticos con talento y talante para la concordia, el diálogo y el entendimiento en asuntos esenciales. Se instalan en el reproche y se culpan unos a otros en lugar de aplicarse conjuntamente a la solución de problemas como este.

En una viñeta del humorista satírico El Roto se oye una voz desde dentro de una avión: “Estimados pasajeros: volamos sin combustible ni tripulación”. Esa es la sensación que tiene ahora mucha gente: que viajamos sin dirigencia –el Gobierno desconcertado y la oposición desnortada–, es decir, sin tripulación capaz de pilotar la nave. Y así es seguro que el avión del país acaba estrellándose. Con todo el pasaje.

SIN TRIPULACIÓN

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