SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

Aurelia Rey, la anciana desahuciada de su vivienda en una céntrica calle de A Coruña por el impago de una mensualidad del alquiler, fue noticia en todas las televisiones del país. Su caso es un ejemplo del drama humano de todos los que se ven privados de su vivienda por la fuerza de le ley, pero también genera, cuando menos, sentimientos encontrados.

De un lado, está la anciana que lleva viviendo en ese piso un montón de años pagando un pequeño alquiler, proporcional a la pequeñez de su pensión. Ahí tiene su entorno y su ambiente, su hábitat para vivir y convivir que se resiste a abandonar. Por eso rechaza las ofertas de realojo en otras zonas alejadas de su privilegiada situación en el centro.

De otro lado, está la propiedad de la vivienda –que no es un banco sin entrañas–, que seguramente fue adquirida con muchos sacrificios para poder ahorrar el importe de esa compra. Tampoco hay que descartar que la inversión en este piso fuera pensada para completar los ingresos familiares con la renta de un alquiler para evitar las estrecheces económicas tras la jubilación. Especulaciones aparte, el arrendador es propietario y también tiene sus derechos.

Por tanto, es de justicia ayudar a los más desfavorecidos, como Aurelia, y buscarles una solución para que el trance de tener que dejar su vivienda de muchos años cause el menor desarraigo social y sea lo menos traumática posible. Parece que esa fue la línea de actuación de los servicios sociales de la Xunta y municipales que buscaron acomodo a la anciana. “Non podemos modificar sentencias xudiciais, pero o Goberno traballa co Concello para que a Aurelia non lle falte un fogar. Ese é o noso traballo”, dijo el presidente de la Xunta, unas palabras impecables.

Pero también es de justicia aplicar la ley que ampara a la propiedad, aunque en este caso su aplicación rigorista pueda causar daños colaterales. Pero es la ley que tenemos, por cierto aprobada por el Gobierno socialdemócrata anterior, en vigor hasta que la cambien los legisladores.

Por su parte, la propia Aurelia declaraba el lunes tras saber que el desalojo no se produciría ese día: “Eu non me vou ir de rositas. ¿Quen son eles –los técnicos del Ayuntamiento– para propoñer a onde vou?”, a la vez que mostraba sus preferencias porque le dieran una casa en Ciudad Jardín o Cuatro Caminos. Juzguen ustedes y emitan su sentencia. Con todo, lo mejor es que ambas partes dialoguen y lleguen a un acuerdo que, aunque sea malo, siempre es preferible al mejor pleito.

SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

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