Relevo

Palpamos con prisa el despertador para dar con el botón que nos rescate de la sirena atronadora. Los ojos humedecidos por el sueño y por la rabia. Como los de un niño que se resiste a hacer lo que le mandan. Iríamos con los brazos cruzados y el ceño fruncido si pudiésemos. Nuestra piel hormiguea bajo la camisa y no nos reconocemos ante el espejo. Veraneantes disfrazados de trabajadores. Demasiado bronceados para llevar corbata. Recuperamos el reloj olvidado en la mesilla. Lo sentimos en la muñeca como un grillete. Certifica que estamos de vuelta.

Damos el relevo a los afortunados de agosto. Les dejamos nuestro hueco en las playas, más saturadas, juraríamos, que el verano pasado; la mesa de la terraza a la que llegan los últimos rayos de sol de la tarde, el turno para el columpio del parque y al camarero simpático que cuando alcanzamos la barra ya tiene nuestras cañas servidas. Les cedemos la tranquilidad y la despreocupación. El buen humor en los atascos en la carretera de la costa, porque tenemos todo el tiempo del mundo. Las noches interminables y los días sin prisa.

Montamos en el coche, que aún huele a protector solar. Torcemos el gesto al ver el recibo del peaje; ya lo pensaré mañana, nos dijimos cuando todavía estábamos de vacaciones. Nos temíamos cualquier cosa, pero no permitiríamos que nos robase un segundo de felicidad. Mejor la sorpresa que la lenta agonía de la espera. El descontar de los días hasta que la sentencia se hace efectiva. Ahora no tenemos escapatoria. Los índices que bajan y los impuestos que suben acechan cualquier conversación. Tratamos de sortearlos con el deporte. Al menos suaviza el retorno. Hablamos de mala suerte, de casualidades increíbles, hasta de conspiración. Nos encontramos de pronto hipnotizados por pruebas que apenas sabíamos que existían. Todo vale para no hundirnos en la realidad.

Probamos a mantener un poco más la sonrisa, nostálgica cuando cruzamos miradas con otros que están en nuestra misma situación. Nos dicen que los gobernantes recortarán su descanso estival. Dudamos de si es mejor que se tuesten al sol en la creencia de que merecen el reposo o que sigan elucubrando estrategias. Pedimos una tregua. Para acostumbrarnos de nuevo a la rutina. Que nos dejen disfrutar un poco más de los recuerdos. Prometemos que en septiembre estaremos preparados para responder a lo que venga.

 

Relevo

Te puede interesar