El revuelo que se armó a costa de los supuestos requisitos que se deberían cumplir para celebrar una fiesta popular se ha evaporado casi a la misma velocidad a la que se había generado. Al final, esas supuestas exigencias que iban a dejar a Galicia sin verbenas este verano no son tales, sino las mismas que desde hace 32 años, con la única novedad de un protocolo de autoprotección. Mejor que sea así y que la polémica se haya quedado en nada, aunque eso no quita para que haya que extremar la seguridad en todas las concentraciones festivas multitudinarias.