Pensando en el futuro

La Coruña, como tantas otras ciudades, se fundó y consolidó en un privilegiado enclave, puerto refugio natural. La pesca, el comercio y el tránsito de personas determinaron nuestra conciencia como comunidad y con el mar escribimos algunas de las principales páginas de nuestra historia.
Todos los gobernantes que tuvimos lucharon por conseguir privilegios para el puerto al considerarlo corazón y centro motor de la ciudad, priorizando sus servicios e infraestructuras. Tanto es así que hoy ocupa todo el costado de la ciudad protegido del océano.
Y ahora esta vinculación milenaria se reformula por completo. Nos encontramos con el desafío, sin precedentes, de realizar la mudanza portuaria a punta Langosteira y compartir con el vecino Arteixo lo que durante tantos siglos fue piedra angular de la industria de la ciudad, algo, quizás, no analizado aún en toda su profundidad. No es exclusivo de A Coruña, otros muchos puertos se desplazaron por riesgos o insalubridad de su actividad industrial, reubicándose en zonas alejadas de concentraciones poblacionales. Aquí rozamos la tragedia en más de una ocasión en las últimas décadas y era ya intolerable seguir con esa amenaza.
Pese a todo había quien opinaba que por volumen de tráfico y capacidad de financiación no tocaba iniciar el proceso en 2004, pero el liderazgo y visión de la oportunidad del gobierno socialista de Francisco Vázquez logró adelantar décadas lo que sería una decisión obligada con posterioridad.
Pero lamentablemente el enorme potencial del proceso se está viendo amenazado. Entre la ineptitud de unos y la intransigencia de otros, aderezado con la influencia de quien espera tiempos mejores, lo tienen paralizado. Es triste ver los desvelos de tantos por desprestigiar nuestros logros, debilitando a conciencia la capacidad de la ciudad para hacerse valer, en vez de resaltar aquello que somos capaces de conseguir.
Y urge diseñar el futuro. El modelo de ciudad que queremos no puede obviar lo que fue origen de su fundación y sustento durante tantos siglos, pero toca reinventarse impulsando nuevos campos de generación de valor vinculados al mar. Se van a recuperar cientos de miles de metros cuadrados en los que el plan Busquets debería ser base de toda actuación, acordando reajustes en edificabilidad, pero respetando sus fundamentos urbanísticos. Este es el inicio de nuestras obligaciones como ciudad, necesitamos alcanzar una combinación virtuosa entre una transformación urbanística como nunca antes soñamos y el impulso de los nuevos campos de inversión y empleo de nuestra nueva relación con el mar.
Pesca, acuicultura, transformación y comercialización de sus productos, actividades de recreo y deportes náuticos, centros de I+D+i y emprendimiento, puesta en valor del tráfico de cruceros, nuevos espacios turísticos y culturales singulares, proyectos vinculados a la salud relacionados con el mar, zonas verdes, equipamientos socio sanitarios, zona residencial equilibrada, más universidad, mejor movilidad, conectividad entre rías, más sostenibilidad,... 
Todo esto debería de estar analizándose y proyectándose hace años por los mejores, como hicimos los socialistas en su día, impulsado desde el liderazgo municipal y coordinando a multitud de agentes, pero ahora ¿Qué equipo de expertos, o comisiones, o grupos de trabajo lidera el Ayuntamiento para la proyección y construcción del futuro de la ciudad para las próximas décadas? Parecen deberes principales para quienes vengan después de lo actual. 

Pensando en el futuro

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