O método Gronholm

La compañía Talía Teatro ofreció su particular versión de esta obra de Jordi Galcarán –ya estrenada en nuestra ciudad–; ahora en feliz adaptación de Artur Trillo. Dos representaciones con llenos en el teatro Rosalía de Castro, correspondientes al ciclo principal de temporada. La dirección –alambicada, desconcertante y enigmática– corre a cargo de Xulio Lago y su movilidad de personajes.

Revivo su gestación teatral que puede darnos luces sobradas: encontrados ciertos “apuntes” en un contenedor de basura, en donde los empleados de un supermercado catalán, encargados de seleccionar a las cajeras, descalificaban: “sudaca elemental”, “voz de pita”, “parece idiota”, “gorda, tetuda”, “moraca, no sabe ni dar la mano”.

En la obra que analizamos se selecciona, entre cuatro opositores, un puesto de directivo gestor de multinacional. El hombre reducido a simple cosa. Buena escenografía firmada por Suso Montero. Correctos el vestuario y la iluminación. Un pelín de suspense respecto a los parlamentos poco nítidos.

El argumento –dado el paro que sufrimos– semeja fuera de lugar con su feroz crítica al neocapitalismo liberal. Por desgracia necesitamos muchas y rentables empresas y compromiso de compartir riesgos y resultados.

Lo demás es relativismo barato. Un populismo cínico que manipula la dignidad del hombre y su tabla de valores. Como no hay verdades absolutas tampoco hay ética ni moral. ¿Y no existen mil manipuladores –ideologías, creencias, televisión, redes de comunicación social, twiter, etc.– trasladándonos del cero al infinito?

¡Cuánto cerebro plano! ¡Cuánto estómago agradecido! ¡Cuánta adhesión incontrovertible!... Excelente conjunto de actores para servirnos esta realidad inflexible. Tres hombres –Toño Casais, Artur Trillo y Dani Trillo– intentan convencernos desde posturas sinuosas y con sinergia para aceptar sus “vidas” escénicas. Les acompaña y completa la cáustica y femenina depredadora María Ordóñez.

O método Gronholm

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