No hay vacuna

No hay vacuna contra ellos. Y cuanto más te lo dicen, menos crédito le das. Tenemos un Gobierno que hace lo que ni quiere ni le gusta; incumple todo su programa, las promesas que le llevaron hasta Moncloa, y exige a otros que cumpla: por ejemplo a las autonomías que quieren –cumpliendo con los compromisos asumidos– pagar la extra de navidad, que es uno de los capítulos de la masa salarial de los trabajadores.

Y, además, sus representantes (ministros, directores generales y personal de confianza) ofenden a la ciudadanía con frases como esta: “Los jóvenes emigran, no para buscar trabajo, sino por su espíritu aventurero”, incluso un personaje de la llamada OCDE, encorbatado, bien comido, viajero VIP, ciudadano de un México empobrecido y ensangrentado, asegura que en España los trabajadores en paro se acostumbran y no quieren volver al tajo.

Mientras, el personal, los ciudadanos, prefiere suicidarse antes que dormir en la calle o para no perjudicar a sus familiares. Y el Gobierno del PP deja de cotizar por los cuidadores de ancianos. Y sigue en su deriva para ofrecer a los mercados, después de la sanidad, la educación y hay muchas empresas dispuestas a invertir en colegios y universidades, en un auténtico ataque al derecha a la educación pública… Nos están preparando, escribió Adolfo García Ortega, para aceptar sin violencia, un gran retroceso en las conquistas sociales. Y remacha “se trata de que el ciudadano acepte, como mal necesario, y por su culpa, el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos”.

Aquí, en el país de las maravillas de Alberto y sus escuderos, siguen insistiendo en que no hay recortes, mientras le desmienten en la calle miles de ciudadanos.

Dijo en su discurso que no quiere “hombres de negro” en Galicia, pero sus conciudadanos le pusieron colorado cuando iba camino del Hórreo, rodeado de antidisturbios y “lecheras”.

Anuncia una ayuda a las empresas, se solidariza con su jefe, que se niega a poner impuestos autonómicos a la banca y rescata a las autopistas.

Dice el recién nombrado presidente que “se ahorró millones en gastos farmacéuticos…”, cuando la verdad es que jubilados, parados y trabajadores, gastaron de su bolsillo (además de pagar a Hacienda, céntimo sanitario en la gasolina, incluido) esos millones que ¿él? se guardó en la caja para amortizar el pufo de la Ciudad de la Cultura.

No hay vacuna

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