Mirando al otoño

Con el verano recién empezado, porque a este lado de Pedrafita ya ha comenzado y acabado varias veces desde el 21 de junio, los políticos ya miran al otoño. No es que les haya atacado un virus –que tampoco sería un problema, porque la sanidad gallega está muy preparada– sino que todos están convencidos de será entonces cuando se celebren las elecciones autonómicas.

Incluso entre los populares se ha extendido esa idea, aunque ninguno lo reconozca en público. Las encuestas les dan la victoria, así que el pensamiento general es que no tendría sentido desaprovechar la oportunidad de asegurarse la Xunta otros cuatro años, y más viendo lo que se les podría venir encima como consecuencia de las decisiones del Gobierno amigo.

Sin embargo, la unanimidad en el pronóstico supone también un freno a la decisión de convocar los comicios. Porque si el triunfo del PP es una verdad indubitable, de nada sirven los sociólogos ni las agencias demoscópicas y Galicia no está en condiciones de perder más puestos de trabajo ni de soportar el cierre de más empresas. El futuro es más halagüeño para los profesionales de los fogones que para quienes dan a las enquisas el golpe de plancha preciso para deconstruirlas.

Si no fuese por el paternalismo que don Manuel dejó impreso en los populares, la cita con las urnas era con seguridad en el otoño, porque si miran a su alrededor lo ven todo claro.

Los socialistas andan a torta limpia. Pachi y Caballero son insaciables. Se pelean, se vuelven a pelear. Se traicionan, se vuelven a traicionar. Cuanto más daño se causan uno a otro más disfrutan. Pero no son los únicos protagonistas de la contienda del PSdeG. El campeón Blanco también está metido en la batalla, aunque para aspirar a algo tiene que solucionar previamente sus problemas judiciales.

La situación tampoco es idílica en A Coruña. Con el astuto Caamaño al frente de la oficina principal, en las sucursales crece la tensión, en especial en la capital de la provincia, donde desde la debacle de las municipales parecen empeñados en hundirse un poco más cada día.

Lo de los nacionalistas es peor. Primero se escinden unos cuantos y deciden unirse para formar el Bloque bis, pero entonces surgen las disensiones entre ellos y ya es imposible saber cuántos Bloques existen. La UPG es la única que ha sabido mantener el tipo, pues su renovación ha consistido en defender una república gallega libre del yugo imperialista y del españolismo atroz.

Mirar hacia el otoño es, por tanto, lo lógico. Va a ser complicado que el PP se encuentre ante unas condiciones tan idóneas para revalidar su triunfo de 2009 y eso que entonces Touriño y Quintana habían colaborado lo suyo.

 

Mirando al otoño

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