Las tres franjas

Lo que está pasando en Cataluña me preocupa mucho. El reciente pacto de CiU con ERC poniendo fecha a la declaración de independencia tiene que se combatida desde la política con inteligencia. Con los vascos la respuesta era más fácil, si bien también más dolorosa; ellos ponían las bombas y nosotros los muertos. Ello les cerraba la salida política.

Pero este argumento es de muy difícil aplicación a los catalanes. Han sido más sibilinos que los vascones. No está en juego únicamente un nuevo concepto de Estado, sino la persistencia del contorno geográfico del Estado en si mismo, tal y como lo venimos conociendo desde la época de los Reyes Católicos. El proceso soberanista catalán no es nuevo, ya dio sus primeros pasos con Primo de Rivera. Se reprodujo en la II República con la declaración del “Estat Catalá” de Companys, poniendo en jaque a los principales dirigentes republicanos en Madrid. Se mantuvo invernando durante el Régimen de Franco; eso si, a cambio de una normativa mercantil proteccionista que privilegiaba los productos catalanes frente a los extranjeros. Y volvió a cobrar fuerza con Juan Carlos I. Hoy la mayoría de los niños catalanes han crecido y han sido educados bajo patrones nacionalistas.

Y aquí topamos con el escollo de mayor importancia: El sentimiento colectivo. Podremos negociar diferentes cambios de organización administrativa, pero nunca podremos hacerles cambiar de sentimiento. Y lo digo con tristeza, por que los considero mis compatriotas. Luego es prioritario hacer política con mayúsculas.

No me gusta la agresividad anticatalana que escucho en determinados medios de comunicación de la capital, como tampoco me gustan los excesos absolutamente inveraces de los medios afines al nacionalismo catalán. Expresiones como “España nos roba” o “No consumas cava” nos hacen a todos colectivamente más pobres y ahondan en el mutuo desencuentro.

Cada vez que un tertuliano o político abre la boca, confundiendo la unidad con la uniformidad, está creando un nuevo votante periférico contrario a la idea común de España. Es un efecto “boomerang”. Algunos no se han dado cuenta todavía que la verdadera España, es la España plural, la España de las tres tradiciones latinas; la franja castellana, la catalana-valenciana y la galaico-portuguesa.

Las tres franjas

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