LA VUELTA DEL SOBERANISMO VASCO

No creo que así suceda. Pero si en verdad algún día Patxi López llega a pasar a la pequeña o gran historia de aquí o de allá será no por los éxitos de sus tres años largos de gestión al frente de la comunidad autónoma vasca, sino por haber engrosado la nómina de presidentes que convocan unas elecciones para perderlas.

Porque perdidas las tiene desde hace tiempo. Casi desde el mismísimo comienzo de su mandato. La generosidad sin límites del PP vasco le permitió en su momento llegar a la presidencia por la puerta de atrás. Y sólo el aguante sin límites de la formación comandada por Antonio Basagoiti le ha permitido llegar hasta aquí, aunque con más pena que gloria.

En realidad, el propio Partido Socialista ya lo dio por amortizado hace tiempo. En primer lugar, ninguneándolo clamorosamente en el proceso de negociación que Rodríguez Zapatero se trajo con ETA/Batasuna y con el PNV. Y en segundo término, culminando hasta donde pudo tal proceso con la legalización y consiguiente fortalecimiento del soberanismo vasco, que será muy probablemente quien dentro de dos meses lo apee sin misericordia del poder.

Sus dotes de liderazgo siempre fueron más bien discretas. López ha sido uno de esos dirigentes que no se sabe muy bien por qué la izquierda política y mediática suben a los altares, pero que caen destrozados a los pocos meses de estar sometidos a la exposición pública. Porque dan para lo que dan.

Aquel “Patxi Nadie” que el chascarrillo político veía hace unos años subirse al coche presidencial seguirá ahora siendo el mismo hombre gris y de mirada poco franca, cuyas más risueñas previsiones pasan por convertirse y convertir al socialismo vasco en tristes costaleros del regreso del proyecto soberanista. O independentista.

Con todo, con su suicida política de potenciar al adversario ha sido el PSOE mismo quien ha terminado por cavar la tumba de Patxi López. Y tan consciente de ello era que en su congreso de hace unos meses la propia organización ya le buscó un hueco de cierto brillo en la Ejecutiva federal.

En su despedida, López se ha vanagloriado de haber conseguido el fin del terrorismo y de haber cumplido los compromisos para afrontar la crisis económica. Ni una ni otra cosa son completa verdad. Pero interesa más la primera. Porque de cumplirse las previsiones sucesorias, desde el Parlamento vasco e incluso desde el Gobierno vasco el brazo político de ETA habrá completado de forma exitosa su vuelta a las instituciones. Y eso, sin haberse disuelto y –lo que es peor– sin haber renunciado jamás a su legitimación del crimen y del terrorismo. No creo, por tanto, que ello pueda ser motivo de vanagloria.

LA VUELTA DEL SOBERANISMO VASCO

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