LA CRISIS DE FERROL NO SOLO ES NAVANTIA

Entre las grandes ciudades gallegas, los datos relacionados con el desempleo en Ferrol son los más dramáticos. Entre enero de 2012 y lo que va de 2013, la tasa de paro ha crecido a un ritmo porcentual de cuatro puntos en cada trimestre. Tan grave como eso es que la del desempleo, que se sitúa ya en el 32%, se acerca a la tasa de ocupación, que es del 33,7% sobre una tasa de actividad de solo el 49,6%. En la práctica, los datos tienen una lectura todavía más real: menos de la mitad de la población de la ciudad está en edad de trabajar y, por cada uno que lo hace, otro se encuentra sin ocupación alguna. No existe ejemplo similar en ninguna de las otras seis grandes urbes de Galicia. Pensar que la crisis de actividad de Navantia es la única razón de tan elevados porcentajes de paro sería erróneo si nos atenemos, pese a la influencia que el sector naval tiene en la comarca, a los últimos datos. El sector servicios y la industria están marcando como en ningún otro momento el futuro de una urbe en otro momento con perspectivas de futuro pero que, por lo que parece, no percibe en absoluto la realidad. Ni los hechos son comparables con épocas precedentes ni tampoco lo son, como se ha visto, en relación con el resto de Galicia. La cuestión es saber ahora qué medidas, qué actuaciones y, sobre todo, qué tipo de reacción social y política cabe esperar ante tan extrema situación, que no se puede derivar del cierre continuado de empresas relacionadas con la construcción naval. La caída en el consumo es, más que previsible, una realidad si tomamos como referencia los datos. Es cierto que no es esta, desde hace muchos años, una ciudad que comparta los usos y costumbres que acogen el resto de capitales gallegas y que cuestiones como la paulatina disminución del estamento militar, por citar algún ejemplo, ha acabado por pasar un alto coste, al que se suma la deslocalización urbana en beneficio de municipios próximos, pero esta percepción un tanto pesimista que abriga el espíritu ferrolano no es tampoco el motivo de tan elocuentes realidades en materia de ocupación y desempleo. La sensación es, en demasía habitual, de ser meros espectadores de nosotros mismos, de limitarnos a utilizar comparaciones con otras ciudades para justificar nuestro desamparo y nuestra realidad. Lamentable error, sobre todo por lo que de falta de futuro y expectativas abriga con respecto a nosotros mismos. Tan craso como lo es el de quienes, ajenos por lo que ve a esta realidad, no se preocupan de ver qué causas reales nos llevan hasta el límite y cuáles pueden ser las verdaderas salidas. Es esta una ciudad laboriosa, con ansias por renacer, pero, por lo que parece, indescriptiblemente opaca a sus propios sueños.

LA CRISIS DE FERROL NO SOLO ES NAVANTIA

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