Ho, ho, ho y la botella de ron

Por ahí resopla. Y aún continúa el revuelo tras las fotos de Núñez Feijóo en la cubierta de un barco con un, al parecer, contrabandista de tabaco primero y traficante de drogas después. Y, claro está, le quieren crucificar. Yo no me creo nada. Ni la candidez del entonces número dos de la Consellería de Sanidade, por un lado, ni su aquiesciencia a tratar con pollos de cuidado, por otro.
Lo que sucede es que a estos les gusta más un yate que a un zumbón unas maracas. Darse importancia, vamos. Y, qué diablos, de vacacionar como hacen los ricos, tumbándose a la bartola y todo eso. Que se lo pregunten si no a Anxo Quintana cuando se enroló de marmitón en otro yate para cocinar componendas a barlovento y a sotavento, mientras se tostaba en la ría como un conde austrohúngaro en Niza. Quién rechazaría ejercer de bon vivant, siquiera por un día, para fardar luego con los colegas. Y es que el poder y el dinero (que en definitiva es el auténtico poder) se necesitan, se buscan y se complementan. Cuando un político roza con los dedos, algo de ese poder, aunque sea mínimamente, le entran ganas de vivir como un magnate (en este caso, solo la prudencia evita la aliteración).
No creo que el presidente fuese un prevaricador en aquellos tiempos y menos el conmilitón de un delincuente. Solo era un lechugino disfrutando de la vida muelle aprovechando el cargo. Lo que sucede es que ciertas aguas gallegas tienen algo de Triángulo de las Bermudas, con vórtices raptores y ecos de piratería. Si alguien sube a un barco en esas zonas corre el peligro de acabar abducido o cantando un “sea shanty”: “Quince hombres sobre el cofre del muerto ¡Ho, ho, ho la botella de ron! La bebida y el diablo hizo el resto. ¡Ho, ho, ho la botella de ron!”. Pero Feijóo solo era un grumetillo, a un tiempo espantado y fascinado por Dorado como Jim Hawkins por Long John Silver. Oro y plata, la vida pirata es la vida mejor.
Dejémonos de tonterías, que no nos hemos caído de un guindo. Desde hace treinta años miembros de todo el espectro político e ideológico gallego, desde los de babor hasta los de estribor, desde los de la gaita combativa hasta los que alardean del torito ese de los huevos, anduvieron compadreando, a sabiendas o no, con piratas, bucaneros o corsarios. Si extendiesen sus manos las veríamos blanqueadas por la caspa. Eso de sobar trajes y dar palmaditas en el hombro es lo que tiene... El oropel encandila. El cofre del muerto, del capitán Flynt, atrae a los filibusteros y es origen de continuas trifulcas. Últimamente por señalar quién es mas golfo.
Creo que Feijóo sólo fue un panoli y se embarcó –como Jim Hawkins en la “Hispaniola”– pensando que la tripulación era honrada. Luego pasó lo que pasó y un motín lo trastocó todo. Supongo que le vio la pata de palo a Dorado y salió huyendo. Pero la zarpa de Long John Silver ha sido siempre muy larga, aunque haya desaparecido en la bruma.

Ho, ho, ho y la botella de ron

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