EL VINO DE HACIENDA

Arbeloa, aquel defensa cuyo traspaso al Liverpool permitió a Lendoiro pagar algunas deudas que por entonces ya había contraído, y que ahora juega en el Madrid, fue rotundo hace unos días: “Rajoy debería estar agradecido a Mourinho, porque le ha salvado de que se hablase más de las cosas que están pasando en España”.
Es verdad que el entrenador portugués le tiene sorbido el seso al internacional español, tanto que ha llegado a creerse que no desentona ni en el Madrid ni en la selección, pero, pese a estar abducido, no le falta razón.
Sin embargo, existe la duda de si Mourinho trabajaba por libre o estaba a sueldo del Gobierno y su misión era lanzar cortinas de humo. No se sabe, pero efectivamente podría ser un agente al servicio de Rajoy, porque su marcha a Inglaterra ha supuesto que el presidente activase a Montoro.
Y el ministro de Hacienda, de quien se dice que tiene tantos pares de gafas como Fernández de la Vega, está demostrándole a su jefe que no se equivocó al escogerle. Mourinho no apuntaba más arriba de Casillas, pero Montoro dispara por elevación y llega hasta la misma familia real.
Cómo no va a confesar el rey que el suyo es un problema de tornillos, si a su hija Cristina han estado a punto de apretarle las clavijas por el número del carné de identidad. El ministro, con todo el cuajo, acusó a los notarios y a la Agencia Tributaria del error. O sea, lo mismo que hacía Mourinho cuando lo vapuleaba Guardiola y culpaba al árbitro, a la capacidad teatrera de algunos jugadores del Barça y al odio que en España se tiene a los portugueses.
Rubalcaba, que en su momento también fue el Mourinho de Zapatero, era más listo. Siempre tenía en la reserva un comando salafista del que echar mano. Aquellos comandos Dixan eran un chollo para ZP, y con el valor añadido de que nadie se preocupa por lo que pase con unos moros. ¡Cuántos problemas le ahorraron!
Pero Montoro es mucho más bruto que Rubalcaba. Y como no tenía suficiente con lo de la infanta, se lanzó contra Sergi Arola, una gloria de la gastronomía. Y hace unos días, cuando el restaurante estaba lleno, mandó a seis funcionarios del ministerio a precintar la bodega por una deuda que tiene con el fisco.
El cocinero, que sabe que en el origen de todo está la pasión de Rajoy por el fútbol y su poco tino para elegir a sus colaboradores más directos, respondió a la “montorada” con una pregunta capciosa: “¿Por qué no precintan los estadios de los clubes de fútbol que deben millonadas?”.
En A Coruña hubo quien palideció ante la sugerencia de Arola. La asociación de ideas fútbol-deudas-bodega no le gustó nada. A ver si por la torpeza de Montoro iba a descubrirse que había rellenado con vino joven, sin acabar de hacer, como de cantera, las botellas que en otro tiempo contenían las mejores añadas de denominaciones de origen de todo el mundo.

EL VINO DE HACIENDA

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