EL DOGMA DE LA AUSTERIDAD

El banco de España certificó la segunda recesión de la economía española que es más profunda de lo esperado. Y todo indica que viene para quedarse durante meses porque la férrea disciplina fiscal impuesta por la troika (Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), que se concreta en las políticas de austeridad y recortes que implanta el Gobierno, dinamita toda posibilidad de crecimiento económico.

Nadie cuestiona que el equilibrio presupuestario -ajustar los gastos al volumen de ingresos- es fundamental para el presente y el futuro de un país, o de una familia. Cuando un país se desmadra y gasta más de lo conveniente, como fue el caso de España, lo normal es que Bruselas exija que recupere la normalidad en sus cuentas, pero en un tiempo razonable, sin asfixiarlo con plazos que requieren una política de ahorro y recortes que estrangulan el crecimiento, abren las puertas a la recesión y aumentan el paro. Y si la economía no crece, igual que si en una casa no entran salarios, no puede hacer frente a sus gastos corrientes para sobrevivir y a las deudas.

Parece que algo se mueve en la vieja Europa y el dogma de la consolidación fiscal con medidas de austeridad se va a complementar con estímulos al crecimiento

 

Hay una austeridad buena que es la que sanea las cuentas y, al mismo tiempo que ahorra busca estimular el crecimiento de la economía. Pero hay otra austeridad mala, la que tiene como objetivo prioritario la reducción del déficit con ajustes que impiden todo crecimiento porque recorta también las inversiones productivas, que es la que el Gobierno está aplicando aquí.

Es curioso que estas políticas tampoco tranquilizan a los llamados mercados, porque a esos entes anónimos que nos prestan el dinero no se les calma solo con la estabilidad presupuestaria, sino que quieren ver que la economía crece, que es la verdadera garantía que tiene un país para hacer frente a sus compromisos.

Pero parece que algo se mueve y el dogma de la austeridad se está suavizando. El italiano Monti reclama una política que fomente la actividad económica frente a los ajustes sin más y el presidente del Banco Central Europeo se muestra partidario de añadir al pacto por la estabilidad un nuevo acuerdo por el crecimiento. Sensible a estas demandas, el presidente del Consejo Europeo, van Rompuy, estudia convocar una cumbre de líderes de la Unión Europea “para avanzar medidas de fomento del crecimiento económico”. Son propuestas en sintonía con las del candidato François Hollande, que si llega a la presidencia de Francia puede contribuir a alumbrar una nueva Europa, la que necesita medidas de consolidación fiscal y de crecimiento.

EL DOGMA DE LA AUSTERIDAD

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