DRONES

Esos pequeños aviones o helicópteros sin piloto, anónimos, descabezados serán en Alemania, pronto en todo el mundo, vigilantes de ese arte de la calle que llamamos grafiti. Bien es verdad que todo lo que se ve pintado por la calle no es arte ni mucho menos visible, a veces garabato, pero también es verdad que habría muchas más cosas que vigilar.
Sesenta mil euros valdrá cada dron, que seguramente se aprovecharán para otras cosas, para sacarle rendimiento. Parece ser que ensucian demasiado los vagones de tren y ya se hartaron. Pronto se hartan de unas cosas y qué poco de otras, habrá que ponerle un dron a cada gasto superfluo o a cada comportamiento irregular, a cada promesa incumplida, a cada desecho que van dejando los políticos cada vez que dejan su mandato.
El dron es algo así como tirar la piedra y esconder la mano, siempre queda aquello del “yo no fui”. Las máquinas se equivocan y no se les puede juzgar, al menos el limbo jurídico se amplía. El dron es un sinónimo de nuestra época; sabemos quién manda, pero nunca quién es el culpable y menos la cara que tienen. Es posible que esto de los grafitis sea un experimento que se amplíe a una forma de gobernar.
–¿Quién manda en su país?
–Un dron”.
Empezaron por las guerras y ahora nos visitan en tiempos de paz. Hasta la bomba atómica se inventó para hacer el bien y ya ven en qué quedó todo. Avión sin piloto, gobierno sin presidente, compañías financieras “sin jefes”, mercados invisibles, democracias sin pueblos, Europa sin unión.
Nada es lo que parece. El dron es un avión que no lo es, una metáfora de sí mismo, una simulación. Es la representación de que se puede matar a distancia sin ver la sangre, ni sentirse culpable, en el pelotón de fusilamiento el rifle que no tiene balas. El dron es la naturalización de la mentira, del engaño, solo es culpable el que no tiene nada.
Este dron es una cámara que vuela a modo de zángano, es algo que trabaja para otros, que hace el trabajo sucio desafiando la intimidad de cada uno, como replicantes, policías de un Blade Runner actual.
Este aparato tiene la intención de convertirse en el vigilante universal en cuanto sus costes se abaraten. El dron es el alter ego de los paraísos fiscales, son ojos sin cara, palabras sin boca, alma sin cuerpo. Un mundo de “fantasía” donde pretenden que no haya mano ejecutora.

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