CAMINO SIERRA

La pintora leonesa Camino Sierra, con importante trayectoria expositiva internacional: Alemania, Italia, Suecia, Bélgica..., muestra en la galería Arte Imagen sus “Manchas de la memoria”, título acorde a su técnica pictórica y a las evocaciones que suscita, algunas enraizadas en la infancia; otras surgidas de la mirada curiosa que va impregnando la retina de sugerencias plásticas, de las inéditas bellezas que el tiempo va escribiendo en los viejos muros, de los espacios que esconden tesoros ocultos, de las barreras que encontramos en el camino y que nos cierran el paso hacia un presentido más allá.
Es evidente que su pintura entronca con la abstracción más lírica, con Kandinsky, con Klee y aún los sucesivos maestros –entre ellos alguno de El Paso– que enseñaron a ver el valor de una línea, de unos trazos ritmados, de unos planos que se encuentran, de unas combinaciones de color o de unas texturas y desde luego de la misteriosa luz que todo ello compone. Y es esta sobrecogedora luz la que encontramos en “Miedos del rincón”, cuadro que cualquiera de los que hemos experimentado en la infancia los terrores de la noche o de la soledad, suscribiríamos.
Es ahí en ese rincón escorzado, en el que se agazapan las sombras, donde lo inexplicable y metafísico se escondía, pero aún más en la pálida y lunática luz de una ventana o claraboya que daba a un amenazante exterior; C. Sierra ha sabido explicar esto tan impalpable, de un modo visual extraordinario; como también nos lleva, con su cuadro “Recreos de mariola”, al recuerdo, ya casi remoto, de la escuela primaria y a la calle del pueblo donde las niñas participábamos en este juego, realizando sin saberlo, al saltar de casilla en casilla, desde la 1 a la 10, una ceremonia iniciática; el antiguo signo –que tan bien utilizó Cortázar en “Rayuela– se escribe en rojo carmín, rojo de las emociones, sobre las aguas profundas azul noche que se dilatan en el espacio y en el tiempo.
Otras delicadezas poéticas, casi leves, son las que pinta en “Memorias de la nieve”, donde el blanco se deja atravesar por tiritantes ramitas y azulencas aguadas que tienen el tacto del frío”. Pinta también “La última hora”, la de los finales reflejos de la tarde atrapados en una especie de vitral emplomado; o nos sitúa frente a los opacos muros cerrados “A cal y canto”; o nos pone “De cara a la pared”; o nos hace soñar con el ancho espacio dorado de aquel “Patio” del ayer donde se recogían los sueños.

CAMINO SIERRA

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